El 14 de agosto del año pasado, la Ministra de Medio Ambiente, Carolina Schmidt aseveraba en redes sociales y medios de comunicación tener una gran noticia para las loínas y loinos. “Hoy aprobamos en el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad el Plan de Descontaminación Atmosférica para Calama. Un gran anhelo de todos sus ciudadanos, después de más de una década en que los habitantes de esta zona esperaban», señalaba.
Pronto a cumplirse un año de tales afirmaciones, Calama nuevamente ve con desazón como las promesas gubernamentales se las lleva el viento. 12 años han pasado desde que la ciudad fuera catalogada como zona saturada de material particulado 10 (MP 10), dejando en claro esa medida adoptada por la autoridad de la época que dentro de los peores indicadores de vida en la ciudad estaba la problemática ambiental, la que se vinculaba directamente a la generación de enfermedades, a la destrucción del oasis, y a la vulneración al patrimonio cultural y ambiental.
Con el correr de los años pese a la riqueza económica que se mueve en el territorio comenzamos a formar parte de las denominadas “Zonas de sacrificio” del país, dadas la alta industrialización generadora de una devastación ambiental sin límites, al abandono del Estado en cumplimiento de la legislación y al deterioro en la calidad de vida y salud de la población, situación que se traduce en todas partes del planeta donde se dan estas condiciones, en una lenta y conmovedora precarización social.
El impacto de las faenas mineras, la instalación de la única empresa en Chile que funde desechos plomados dentro del radio urbano de la ciudad, la que además contiene todo el aporte nacional de baterías de automóviles a nuestra comuna, esto pese a que estudios en otras ciudades del mundo han demostrado los “niveles preocupantes” de contaminación por plomo en las zonas aledañas a esas plantas, la contaminación y agotamiento de la cuenca del Rio Loa, nuestro río patrimonial que ya fuera declarado agotado en su cauce superficial el año 2000. Calama y sus alrededores eran en tiempos de nuestros abuelos oasis agrícolas, con una interesante flora y fauna, pero con el agotamiento del río Loa y la contaminación de sus aguas la historia comenzó a cambiar.
Agua, energía y minería perpetuando la desigualdad. Estos tres jinetes del Apocalipsis nos han llevado a presentar altos índices de enfermedades respiratorias, de cáncer, de diabetes mellitus, de afecciones del ámbito de la salud mental y del desarrollo neurobiológico en la infancia, realidades que a la fecha, lamentablemente permanecen solo en el ámbito de las percepciones, ya que no existen estudios directos que puedan entregar información concreta de cuál es el nivel de afectación hacia la población, realidades éstas que carecen de políticas públicas para la prevención o el tratamiento.
Es ampliamente reconocido que, a mayor nivel de contaminación, mayores son las tasas de muertes y otros padecimientos derivados de esta realidad.
Es por eso, que hoy nuevamente ante el nivel de decepción visible en la ciudadanía por la demora en dar a conocer los aspectos aprobados del Plan, que, digamos de paso, contó con más de mil indicaciones de parte de la comunidad en la fase de intervención ciudadana, en nuevamente la demora en echar a andar de una vez por todas el Plan de Descontaminación Ambiental de la ciudad, el Departamento de Medio Ambiente del Consejo Regional Calama del Colegio Médico de Chile, insta a las autoridades nacionales, regionales y locales a que se elabore en nuestra ciudad un proyecto de futuro que sea ecológicamente y medioambientalmente respetuoso de nuestro territorio y que esté en línea con los compromisos adquiridos por Chile con la Objetivos del Desarrollo Sustentable y su Agenda 2030, una agenda integral de paz y solidaridad, en favor de un desarrollo sostenible para todas y todos, que ponga a las personas y a nuestra Tierra de Sol y Cobre en el centro de la acción política, económica y ambiental.
Que consideren además, aunque parezca muy lejano, que la Emergencia Climática que está viviendo el planeta obliga a promover respuestas que acompañen a aquellos sectores, colectivos y territorios más directamente amenazados por los impactos físicos o los cambios exigidos por la seguridad climática, con el fin de garantizar una transición justa, no dejar a nadie atrás y dejar de ser una Zona de Sacrificio.
Reclamamos una acción urgente para salvaguardar nuestro medio ambiente, nuestra salud, la seguridad de la ciudadanía, especialmente de las futuras generaciones, que se encontrarán el día de mañana con un oasis devastado, depredado y ausente de toda vida en la naturaleza.
El consenso generalizado por las comunidades científicas de todo el orbe, no puede seguir siendo soslayado cuando habla acerca del impacto “sin precedentes” que el actual modelo de desarrollo ha tenido sobre el sistema climático y por tanto nos pone ante esos desafíos que son el llevar adelante proyectos mineros y de industrias ecológicamente respetuosos y sustentables en armonía con la naturaleza, como único camino posible de lograr el respeto absoluto por nuestro medio ambiente, un objetivo que constituye una oportunidad para avanzar en la modernización, en la innovación y en la mejora de la competitividad de nuestra economía
Reiteramos, en llevar adelante una agenda integral de paz y solidaridad, en favor de un desarrollo sostenible para todas y todos, que ponga a las personas y a nuestra ciudad en el centro de la acción política, económica y ambiental.