Debido a la pandemia por el covid-19, han empeorado los trastornos de salud mental en la población, principalmente por el estrés, incertidumbre y preocupación generados no sólo por el temor a contagiarse, sino también por las extensas cuarentenas y el distanciamiento social.
Un estudio de la Asociación Chilena de Seguridad y la Universidad Católica de abril pasado, mostró que casi un 33% de los encuestados presentaron síntomas asociados a problemas de salud mental y un 46,7% presentó rasgos de depresión.
El drama es que acceder a ayuda profesional es muy complejo para pacientes Fonasa -que según la Superintendencia de Salud- suman 14 millones de chilenos, por la escasez de siquiatras disponibles para consultar comprando un bono.
Y además, acceder de forma particular, significa desembolsar una considerable cantidad de dinero, que en ocasiones es más de un 80% más del valor que un bono por Fonasa.
Según datos de pacientes que pidieron reserva de identidad, en Concepción, por ejemplo, una consulta con siquiatra llega a costar $80 mil. Mientras que con un bono Fonasa, el valor va de entre $6.380 en Nivel 1, $11.160 en Nivel 2 y $15.940 en Nivel 3.
Según Carlos Sciolla Donoso, siquiatra y parte del directorio de la Sociedad Chilena de Salud Mental, los altos montos tienen que ver porque la población igual tiene que acceder a ellos si es que quiere conseguir una licencia, por ejemplo. Aunque también critica que el monto para atender de forma particular debiera ser unos 30 mil pesos.
“Yo creo que es la ceguera en que hemos caído todos, que nos estamos mirando mucho el ombligo. Porque si a un médico uno le pregunta, le va a decir yo no soy el único que cobra eso”, dice. “En algún minuto estuve 15 años trabajando en Fonasa, donde el arancel era alrededor de 11 mil y llegó a ser 15 mil, o sea, hoy debiera cobrarse máximo 30 mil pesos”, afirmó.
A esto se suma, a su juicio, el poco tiempo de atención que se brinda para atender a un paciente. “Para poder abordar un problema que es único, que es personal, que yo no puedo aplicar una receta, tengo que conocer a esa persona y establecer una relación, y muchas veces implica varios momentos, varios acompañamientos”, opina Sciolla.
En ese sentido, propone un trabajo multidisciplinario y centros especializados, con una mirada integral. “Una buena pega en salud mental tendrían que significar que dos personas atendieran al mismo tiempo, una persona supervisara esa atención, que viera después el video, estoy hablando de un centro súper especializado para problemas sumamente complejos”, señaló.
“Debiera haber una visión integral de la medicina, donde incluye la salud mental y el apoyo psicosocial como un problema de contexto, que tiene que ser abordado no solamente como por el área médica, sino que también por el Ministerio de Desarrollo Social, por el Ministerio del Trabajo, de Justicia, etcétera”, concluyó.