Hace exactos 43 años, Chile estuvo a horas de entrar en guerra con Argentina. El conflicto por delimitaciones de límites en la zona austral (específicamente, por el control de las islas Picton, Nueva y Lenox) que se venía gestando desde inicios del siglo XX, llegaron a su punto de ebullición en diciembre de 1978.
En un pequeño contexto, Chile y Argentina habían presentado problemas limítrofes casi desde el inicio de la Guerra del Pacífico. Con la firma de tratado de límites de 1881, no se logró llegar a acuerdos entre ambos países sobre la delimitación específica del canal de Beagle.
A lo largo del siglo XX, diversas tratativas entre ambos países llegaron a la nada absoluta. No fue hasta 1970 cuando los gobiernos de Salvador Allende y del trasandino Alejandro Lanusse, firmaron un acuerdo de arbitraje, el cual sería dirimido por Inglaterra.
Dictaduras
Pero los escenarios político sociales en ambos países habían cambiado cuando el laudo dio el favor a Chile en 1977. Para entonces nuestro país estaba sometida a una férrea dictadura militar bajo la férula del general Augusto Pinochet, y Argentina lo mismo, bajo una junta militar que para ese entonces, era presidida por Jorge Rafael Videla.
El laudo arbitral le dio el favor a Chile, por lo que Argentina decidió desconocer su resultado y volver a reclamar soberanía sobre el territorio en disputa. Bajo este argumento invitó a Chile a dialogar, para llegar a un acuerdo mutuo, a lo que el gobierno de Pinochet negó todo tipo de cesión de territorios, lo que empujó a Argentina a prepararse para la guerra.
Operación Soberanía
Este fue el nombre de la operación militar que Argentina preparó para la invasión a Chile, la cual debía ejecutarse para diciembre de 1978. Según los testimonios de oficiales trasandinos de esa época, las fuerzas armadas argentinas desembarcarían en las islas y en caso de que las tropas de élite chilenas que protegían las islas opusieran resistencia, se invadiría el territorio continental de Chile, buscando a lo largo de la frontera el frente que ofreciese menos resistencia, para cortar el país en por lo menos un lugar y así obligar a Chile a aceptar las condiciones argentinas. En la noche del 21 al 22 de diciembre de 1978, tras más de veinte días en alta mar y por lo menos una postergación del inicio de las hostilidades, los buques argentinos con tropas y material de desembarco enfilaron hacia la zona de conflicto para iniciar la operación anfibia que establecería la soberanía argentina sobre las islas.
Pero Chile, si bien escaso de material bélico, no estaba inerme. Desde fines de ese año que se comenzó a mover a tropas hasta el límite austral del país y también hacia la zona norte (en caso de revancha de Perú o Bolivia por los territorios ganados en la Guerra del Pacífico) y se comenzaron con los trabajos de preparación para la resistencia, contraataque y ofensiva.
La noche del 22 de diciembre se supone, debía darse el primer encuentro entre ambas armadas, puesto que la de Argentina salió con orden de invasión, y si bien pensaban que sería un factor sorpresa, la armada chilena al mando del almirante Merino, ya estaba en posición de batalla, esperando a sus homólogos trasandinos. Quiso el destino que un frente de mal tiempo retrasase el recorrido de la escuadra argentina.
En ese intertanto, las negociaciones de paz, con el Papa Juan Pablo II como intermediario, concluyeron con éxito, dejando anulado el conflicto. Si bien hasta hoy Chile presenta aún problemas limítrofes con Argentina, nunca se estuvo tan cerca de la guerra como en esa ocasión.