A 186 km al norte de Antofagasta,emplazado en el cauce del río Loa se encuentran los vestigios de la represa Sloman, la primera hidroeléctrica levantada en el norte del país que vino a marcar el hito en cuanto a vanguardia tecnológica durante a inicios del siglo XX.
No obstante las condiciones para su ejecución se dieron dentro de la enorme explotación del salitre, principalmente por capitales europeos, que se inició terminada la Guerra del Pacífico.
Recordemos que, concluído el conflicto en 1883, las regiones de Tarapacá y Antofagasta quedaron bajo soberanía chilena. Los nuevos territorios ricos en salitre fueron una garantía de reactivación económica y modernización, convirtiéndo al país en el principal productor del globo.
Las riquezas de estos mantos calicheros llamarían la atención de capitales extranjeros, quienes maravillados y deseando invertir en el provechoso proyecto, se ofrecieron a aportar con conocimiento y tecnología a cambio de su participación en la industria. De ese modo, la industria comenzó a especializarse e innovar para hacer más eficiente la explotación de dichos recursos.
Si bien la historia cataloga a los ingleses como la hegemonía que dominó la explotación salitrera, en la actual provincia de Tocopilla, particularmente en el cantón El Toco, los capitales alemanes harían la diferencia tecnológica y técnica, destacándose por introducir la hidroelectricidad a través de tranques, gracias a un proyecto de represa hidroeléctrica que llevaría el nombre de “Sloman”.
TRANQUE SLOMAN
“Tranque Sloman (…) grandiosa obra que es, en su clase, la más importante construida en el país, obra que ha dado a Tocopilla gran vitalidad”, con estas palabras, la revista nacional santiaguina La Ilustración se refiere en su tercer semanal de marzo de 1905 a la obra maestra de Henry Brarens Sloman, empresario minero anglo-alemán.
Este tranque se construyó a principios de 1905 y participaron cerca de 200 obreros. Fue inaugurado en 1911, luciendo un murallón de piedra canteada de 38 metros de altura por 61 de ancho y contendor de las aguas salobres del río Loa. Se sitúa en pleno desierto de Atacama, en la comuna de María Elena.
Su objetivo era dotar de energía eléctrica a las plantas del procesamiento y lixiviación del caliche que Henry B. Sloman había levantado en la primera mitad de la década de 1890, tales como oficinas Buena Esperanza (1893), Rica Aventura (1895), Grutas (1895) y Empresa (1895), todas ellas situadas al poniente del río Loa.
Una vez que las aguas fueron contenidas, se formó una laguna artificial que en 1910 era calculada en 4,5 kilómetros de largo, con una anchura que variaba entre los 10 y 90 metros, calculándose, a la vez, una capacidad de dos millones de metros cúbicos aproximados.
VANGUARDIA
Al respecto el doctor en historia Damir Galaz-Mandakovic, explicó que en la sala de máquinas, el espacio para las turbinas tipo Francis de la hidroeléctrica de Sloman, constituyó el área para una verdadera vanguardia técnica en el desierto, el cual se niveló con las instalaciones desplegadas en otros proyectos generadores de energía en minas de Japón, México, Holanda, Austria, España, Alemania y en Baku (Azerbaiyán), era el imperio tecnológico de la empresa Siemens-Schuckertwerke.
“Una vez que el agua era represada, luego se canalizaba hasta una cañería de presión de palastro, tubería que abastecía a tres receptores hidráulicos de 500 HP de potencia cada uno que contaban con un eje horizontal de 375 revoluciones por minuto. Cada receptor hidráulico estaba articulado a un generador eléctrico trifásico de 525 volts, 370 kilowats y de 375 revoluciones por minuto”, detalló.
Y agregó que la energía producida era transferida a tres transformadores, elevando el voltaje de 525 a 20.000. Desde la propia sala de máquinas, los tendidos eléctricos atravesaron el desierto hasta llegar a las minas salitreras, siendo las cinco salitreras de Sloman, las más avanzadas en la escala de producción a través del sistema Shanks (el método inglés para la extracción del caliche).
INFLUENCIA
El tranque Sloman fue la segunda hidroeléctrica en el río Loa después de la represa Santa Fe, construida en 1901 y ubicada a seis kilómetros al sur. Sin embargo, Sloman era doblemente mayor.
Para Galaz-Mandakovic, Sloman y Santa Fe fueron hitos tecnológicos que permitieron el aumento de la escala de producción y que el puerto de Tocopilla se vinculara con Hamburgo, destino a donde iba gran parte de la producción.
“Es muy relevante porque hace que el desierto se convierta en una especie de laboratorio tecnológico, fue sinónimo de futuro, desafío y vanguardia, y es la singularidad del imperio alemán”, afirmó.
En otros aspectos, resaltó que luego la impronta alemana tendría una mayor influencia en desmedro del estado chileno, particularmente en el territorio anexado en la postguerra, con la finalidad dar seguridad y reprimir múltiples rebeliones ocurridas en algunas oficinas salitreras.
“Tuvieron más influencia que el Estado, porque hicieron las carreteras, los caminos, gestionaron el agua y la luz y por sobre todo tuvieron un fuerte apoyo en el brazo armado del Estado. El general alemán Emilio Körner, a cargo de la profesionalización del ejército de Chile tras la guerra del Pacífico visitó el cantón de El Toco, cuando se estaba construyendo el tranque Sloman. Y esa visita no es casual, porque significa la articulación del brazo armado respecto a la minería. Entonces, es una relación que siempre va a ir de la mano. Y fue así que, por ejemplo, múltiples rebeliones que hubo particularmente en Buena Esperanza, Rica Aventura, fueron reprimidas de inmediato”, precisó.
DESIDIA
El tranque Sloman dejó de operar en 1965 y se procedió a su desmantelamiento. Hoy luce en ruinas y considerable abandono, donde la corrosión carcome sus estructuras ya desgastadas, siendo objeto de robos y vandalismo. También funge como botadero de desechos químicos al ser punto de acopio de la actividad minera de la zona.
Sus vestigios fueron declarados Monumento Histórico Nacional el 15 de enero de 1980, incluyéndose compuertas, canales, el tubo de alimentación de las turbinas y las zonas de vegetación adyacentes al tranque. Más tarde, en 1991, su zona de protección se amplió a la casa de máquinas, donde se encuentran tres turbinas Voith Heidenheim, acopladas a generadores Siemens-Schuckertwerke.
No obstante pese al decreto en papel, ni personal del Consejo de Monumentos Nacionales ni autoridades de las comunas de María Elena o Tocopilla (las más próximas al viejo Tranque) han realizado gestiones o inversiones para proteger o intentar mantener el esqueleto de la primera represa hidroeléctrica del norte.