“Y a los pueblos del Norte anunciemos, que ha nacido su Escuela Normal”. Esta es la última estrofa del himno de los normalistas de Antofagasta, una camada de educadores primarios que forjaron la disciplina y el carácter de generaciones de nortinos hasta marzo de 1974, cuando estas instituciones fueron cerradas definitivamente en todo el territorio nacional.
Este 2 de abril se conmemorarán 78 años de la apertura de la Escuela Normal de Antofagasta, la cual fue inaugurada en 1945, año en que el mundo salía de una catastrófica guerra mundial.
Estos establecimientos, dedicados a forjar no sólo el intelecto, sino también el carácter y el espíritu de las nuevas generaciones, se abrieron en Chile en 1842, cuando el Norte Grande aún no formaba parte del territorio nacional. Ya en 1920 se establece la Ley de Educación Primaria Obligatoria N°3,654, abriendo 25 años después la primera escuela de formadores en Antofagasta.
Hoy, son pocos los profesores y profesoras normalistas que siguen impartiendo clases. Uno de ellos es Jaime Alvarado, quien ingresó a la Escuela Normal de Antofagasta con apenas 12 años, en 1959. “Soy un agradecido de la educación normalista, pues nos dieron una formación completa. Nuestro plan de estudios era de seis años y muy exigente, de lunes a sábado, pero cumplíamos sin ningún problema. Todos sabíamos tocar algún instrumento, yo aún toco violín. Íbamos a la frontera a hacer clases para cumplir con un programa de ruralidad, íbamos a comunas con menos de 5 mil habitantes. Mi primera destinación ya graduado fue la oficina Pedro de Valdivia”, recuerda Alvarado.
IMPORTANCIA
Ese espíritu normalista -como la paideía para la formación de los griegos de la antigüedad clásica- es el que también quiere imprimir en sus estudiantes la Escuela de Educación de la Universidad Católica del Norte (UCN).
Su directora, Patricia Castillo Ladino, destaca el enorme valor que tuvieron los profesores normalistas para forjar el carácter y la disciplina de su alumnado. “Los preceptores que se formaban en estas escuelas tuvieron un rol fundamental en la sociedad. Fueron los responsables de entregar la educación primaria a las generaciones de los siglos XIX y XX, entonces claramente fueron un referente para la pedagogía actual”.
Asimismo, destaca que “hay un elemento que tiene que ver con la educación para la vida, que en la formación de los normalistas era mucho más relevante y significativa. Ellos tenían una formación general muy pertinente a su misión y a las necesidades de la época, pero también de forjar el carácter”.
Constancia de esta preparación destaca José Matte, un alumno formado por una profesora normalista, a la cual hasta hoy recuerda como una de las mejores educadoras que tuvo. “Conocí a una profesora normalista que fue directora de una escuela rural. Su vida transcurría entre la escuela y la atención de sus alumnos. Era rigurosa en el orden y la limpieza y su vida era un fiel reflejo de su personalidad. Vivía por y para cada uno de sus estudiantes, a los que conocía prácticamente desde su nacimiento. Asistía a todos con una dedicación que llegaba hasta el sacrificio. Aprendió en la escuela normalista no sólo los ramos que le enseñaban a enseñar, sino también aquellos que la llenaban de humanidad. Bordaba, maestreaba, hacía primeros auxilios, reflexionaba y pensaba. Es uno de los seres humanos más completos que he conocido”.
La Escuela Normal de Antofagasta funcionaba en el edificio que hoy ocupa la Corporación Municipal de Desarrollo Social de Antofagasta, frente al ex Hospital Regional.