Los edificios “colectivos” son un conjunto habitacional de bloques de tres y cinco pisos en forma de “u” que se han caracterizado por ser los primeros departamentos pensados para la clase obrera que se construyeron en el Norte del país.
Sólo en la Macrozona Norte estos inmuebles se encuentran erguidos en Arica, Iquique, Tocopilla y Antofagasta, y su presencia constituye parte importante de la historia patrimonial de las respectivas comunas.
Sus características y el contexto político social en el que fueron concebidos, fue el tema que abordó la Dra. en Arquitectura de la Universidad de Chile, Alicia Campos Gajardo, en una conferencia brindada en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica del Norte (UCN).
CONTEXTO
La institución de seguridad social llamada Caja del Seguro Obrero Obligatorio nació como el organismo ejecutor de la Ley de Seguros de Enfermedad, Invalidez y Accidentes de Trabajo (Ley N°4054) promulgada en 1924 que decretaba que “se declara obligatorio el seguro de enfermedad e invalidez para toda persona menor de sesenta y cinco años de edad, que ordinariamente no tenga otra renta o medio de subsistencia que el sueldo o salario que le pague su patrón, sea este persona natural o jurídica, siempre que no exceda de ocho mil pesos anuales”.
Bajo el gobierno del Presidente Pedro Aguirre Cerda, la Caja del Seguro Obrero Obligatorio tuvo como director al arquitecto chileno Luciano Kulczewski, quien planteó el proyecto de la construcción de los edificios Colectivos, los que se construyeron entre 1939 y 1942.
Sobre las características de estos espacios, la Dra. Alicia Campos explicó que “resaltaba la calidad de la arquitectura, porque tiene buenas proporciones, buenos espacios, y que además permite una vida cómoda”.
ARQUITECTURA
Estos inmuebles han dado constancia de su resistencia a los movimientos telúricos, incluso resultando poco afectados ante potentes terremotos como los de Tocopilla en 1967 y 2007 y los que afectaron a Antofagasta en 1996 y 2007.
Asimismo, estas residencias destacaron por incluir a los grupos obreros dentro de los espacios urbanos, proporcionándoles también infraestructura para el desarrollo de actividades sociales.
“Estas construcciones diferenciaban sus espacios, dependiendo de la cantidad de personas que la habitaran. Había departamentos para familias numerosas, medianas y solteras. Además, se propiciaba la vida en conjunto con espacios comunes como terrazas, parques y áreas verdes, lo que permitía que las personas generaran vínculos, como los juegos de los niños”, cuenta Campos.
Por último, la experta agregó que “otro factor a considerar fue la ubicación que no se encontraba apartada de los centros urbanos, sino que se situaban cercanos a los centros cívicos, como colegios, parques, áreas de dispersión y equipamientos comerciales”.