“Lo que me motivó ingresar a recuperación fue estar un año consumiendo droga, pasta base específicamente. Tenía problemas en mi casa, con mi familia, había descuidado mi persona y me di cuenta que estaba tocando fondo. Mis padres y mis hijos estaban sufriendo mucho y fue entonces cuando decidí buscar ayuda y cambiar mi destino”. Así es como esta usuaria del Centro de Educación Popular y Apoyo Sicológico (CEPAS) Mujeres de Calama, describe cómo fue esa etapa antes de iniciar un proceso de recuperación por consumo de sustancias.
Para Heidi Viveros, trabajadora social del Programa Ambulatorio Intensivo (PAI) CEPAS Mujeres, “una de las cosas que a las usuarias más les cuesta asumir es que necesitan ayuda, que no pueden con su consumo y que necesitan hacer un tratamiento de rehabilitación. Para ellas es sumamente importante tener una red de apoyo, porque muchas veces nuestras usuarias desertan del tratamiento debido a la presión, ya sea familiar, como también social, porque la mujer es la que se tiene que hacer cargo de la familia, la que tiene que llevar a los niños a la escuela, la que se tiene que hacer cargo de su esposo. Uno de los mayores que influye es la red de apoyo, el entorno de recuperación”.
Brechas a las que se enfrentan las mujeres cuando deciden buscar ayuda
Según César Yueng, director de CEPAS Mujeres, la sociedad estigmatiza a la mujer que tiene esta problemática de consumo de drogas y eso genera que retrase la decisión de iniciar un tratamiento de rehabilitación, “ya sea porque es madre, porque tiene otras responsabilidades o porque todavía estamos bajo esta perspectiva machista, en donde la mujer tiene que hacerse cargo de todas esas funciones y no puede, por ningún motivo, estar involucrada en este tipo de situaciones. Eso hace que la mujer llegue muy deteriorada al momento de pedir ayuda”, agrega.
Derribar los estigmas y prejuicios asociados al consumo de alcohol y otras drogas, es uno de los principales objetivos de SENDA, y en esta labor interviene todo el trabajo que realiza la red de tratamiento del intersector. Para David Rojas, trabajador social de la comunidad CEPAS Mujeres aún queda un largo camino por recorrer y el trabajo en red requiere ser fortalecido. “Se instala el fantasma del estigma, de la inclusión y además de un modelo machista que tienden a minimizar la figura femenina y a enaltecer la participación masculina en estos procesos”, subraya.
Asimismo, sostiene que el trabajo intersectorial requiere de un proceso de sensibilización de todos los intervinientes, que amerite la visibilización de las mujeres como sujetos de derechos, para atender la realidad de muchas mujeres que deben llevar una carga emocional, económica, psicosocial significativa y que muchas veces se torna poco visibilizada debido a estas construcciones sociales que predominan. “Por lo tanto, se requiere un trabajo de sensibilización y de trascendencia que implique activar el mapa de oportunidades en favor de estas ciudadanas”, agrega.
Al hablar de consumo de drogas y de rehabilitación es necesario hacerlo considerando todas las etapas del proceso. Esto, porque desde el momento en que el paciente ingresa a un centro terapéutico y hasta que acude a su última terapia, interviene una sucesión de fases. Para tomar la decisión de rehabilitarse debe existir, y por norma general, la voluntad en cambiar algunos hábitos, considerando que en las conductas adictivas existen fases de transición y recaídas.
Heidi Viveros, detalla que inicialmente las usuarias ingresan de forma voluntaria, o muchas veces por derivación de tribunales de familia o derivación de otros dispositivos de salud, y se le realiza una entrevista previa. “Hay una evaluación para ver en qué estado motivacional se encuentran, además de ver el tipo de consumo, redes de apoyo o tiempo de consumo. Luego se va trabajando con ellas por fases”.
La profesional precisa que la fase pre contemplativa es cuando las personas se encuentran en un estado de negación, “no aceptan que tienen un consumo problemático, vienen ´obligadas´ de tribunales o por su familia. No hay conciencia de que necesita ayuda o que se encuentra enferma”.
Mientras que, en la fase contemplativa, la usuaria está consciente de su problema. “Sabe que necesita la ayuda, pero muchas veces le cuesta tomar la decisión debido al cuidado de los niños o de sus propios progenitores. Luego viene la fase de acción donde la usuaria está completamente asumida respecto a su consumo, tiene las redes de apoyo estables para poder ella realizar su tratamiento”, explica Heidi Viveros.
Para completar el proceso, en la etapa de mantenimiento las personas están trabajando en su plan de intervención individual y así pasar a la etapa de integración social.
Respecto a la duración del tratamiento, Viveros detalla que, en promedio, en el plan ambulatorio es desde 8 a 9 meses y en residencial hasta los 12 meses.
César Yueng, complementa que cuentan con modalidad ambulatoria intensiva y modalidad residencial para mujeres mayores de edad. Además, aquellas madres que ingresan al programa residencial pueden hacerlo con sus hijos e hijas menores de 2 años de edad.
“Nuestra oferta programática consiste en 14 cupos residenciales y 12 cupos en ambulatorio. Además, contamos con una normativa técnica emanada del convenio SENDA-MINSAL donde se entregan los lineamientos para poder ir dirigiendo este trabajo en el área de la recuperación. Tenemos un equipo de profesionales conformado por psicólogos, trabajadores sociales, técnicos en rehabilitación, una enfermera, un médico y monitores de trato directo”, señala.
Néstor Maizares Del Pino, sostiene que el acceso de mujeres a tratamiento es muy importante, porque sabemos que existen múltiples prejuicios, estigmas y brechas asociadas a que ellas busquen ayuda. “Por eso es muy importante mostrar y visualizar la necesidad, para que las mujeres y la red conozcan estos centros de recuperación y puedan tener una oferta real. Para nosotros como SENDA Regional y para SENDA en general, la recuperación es uno de los objetivos fundamentales que tenemos como política pública y tener esta oferta para tratamiento de mujeres, especialmente para la comuna de Calama y la macro zona norte es fundamental para que las mujeres tengan la oportunidad de tener acceso a tratamiento, ya que la recuperación es posible”, puntualiza.