En la plaza Carlos Condell de la Haza, la principal de Tocopilla, existe un monumento en cuya bóveda reposan los restos de dos marinos chilenos que fueron muertos durante la gloriosa jornada del 21 de mayo de 1879.
Según el medio de historia pampina DonCaliche, se trata del grumete Blas Téllez y del mozo de cámara Felipe Ojeda. Ambos eran tripulantes de la goleta artillada Covadonga, la cual cumplía la función de mantener el bloqueo de Iquique y que, finalmente, trabó una cruenta batalla con la fragata peruana Independencia, en lo que la historiografía hoy conoce como el Combate de Punta Gruesa.
Este hecho que, si bien concluyó con el triunfo de Chile, fue opacado por el Combate Naval de Iquique (que se libraba en paralelo), siendo este último el que pasó a ser motivo de conmemoraciones anuales. No obstante, el enfrentamiento entre la Covadonga y la Independencia también dejó una estela de héroes, los cuales hoy son homenajeados anualmente en el corazón del puerto salitrero.
BLAS, FELIPE Y PEDRO
Blas 2do Téllez Donoso, Felipe Ojeda Álvarez y Pedro Videla Órdenes fueron las tres únicas víctimas de la Covadonga. Paradójicamente, a los tres los mató la misma andanada (proyectil), la cual fue percutada por el Huáscar al iniciar la jornada del 21 de mayo.
Pero más allá de los héroes ¿quiénes fueron las víctimas? Según fichas militares de la Armada, y proporcionadas a Don Caliche por el investigador militar Mauricio Pelayo González, estos tres marinos no llegaron a superar los 30 años de vida.
Blas 2do Téllez tenía 22 años al momento de su muerte. Hijo de Blas Téllez y doña Mercedes Donoso, el 19 de marzo de 1879 es filiado y contratado en la marina con el grado de marinero segundo y destinado a la goleta Covadonga.
Blas prestaría servicios por un año. Según actas de registro, medía 1,68 y era soltero. Un mes después de ingresar a la Armada es ascendido a marinero primero. Es en estas circunstancias en que enfrenta la jornada del 21 de mayo.
Felipe Ojeda tenía 23 años el día de la batalla. Oriundo de Melipilla, fue hijo de José Ojeda y doña Catalina Álvarez, había ingresado a la Armada apenas un mes antes de su muerte, el 20 de abril de 1879 como mozo de cámara a la Covadonga. Medía 1,57, trigueño y, al igual que Blas, su contrato sería por un año.
El mayor de los caídos, Pedro Segundo Regalado Videla Órdenes, tenía 24 años el día del combate. Oriundo de Andacollo, era estudiante de medicina de la Universidad de Chile y realizaba labores de cirujano a bordo de la goleta Covadonga. Tras su muerte, pese a ser desembarcado en Tocopilla, su cuerpo fue trasladado y sepultado en La Serena. Décadas después volvería a ser trasladado y hoy reposa en el Monumento a los Héroes en Valparaíso.
Combate Naval de Punta Gruesa, entre la goleta Covadonga (a la izquierda) y la fragata blindada Independencia.
TOCOPILLA
Mientras la Esmeralda era echada a pique por el Huáscar en Iquique, 15 kilómetros más al sur, Condell evitaba ser embestido por la Independencia. Tras una frenética persecución la Covadonga logra encallar a la fragata peruana y, tras una pequeña refriega, rinde la nave, concluyendo así el combate de Punta Gruesa.
No obstante, al ver que el Huáscar (que se unía a la persecución tras haber vencido en Iquique) se acercaba desde el norte, la Covadonga navegó rauda hasta el puerto de Tocopilla, lugar al cual llegó semihundida, la madrugada del 22 de mayo.
Citaremos a continuación párrafos del libro Historia de Tocopilla del extinto investigador Juan Collao Cerda, quien costa que “haciendo agua por todas partes con el peligro inminente de zozobrar, con una velocidad apenas de 2 nudos, la heroica Covadonga apareció en la mañana del 22 de mayo frente a Tocopilla, manteniendo una cadena permanente de baldeadores para que vaciaran el agua que inundaba la nave por las enormes brechas del combate”.
Ya en Tocopilla “la solidaridad con el barco herido y sus heroicos tripulantes no tuvo límites. Todos querían prestar auxilio a los bravos combatientes. Los carpinteros de bahía treparon a la nave para arreglar los desperfectos más urgentes y asegurar su arribo a Antofagasta. A bordo de la nave estaban los cadáveres de los malogrados cirujano Videla, del mozo Felipe Ojeda y del grumete Blas Segundo Téllez, además de 5 heridos a bala entre ellos el conductor del barco que recibió dos balazos. Junto con prestar debida atención a los heridos, se dio solemne sepultura en el panteón a los restos mortales de los héroes Ojeda y Téllez”.
Los cuerpos de Blas y Felipe fueron enterrados en el antiguo cementerio n°1 de Tocopilla (hoy, el Diamante de Béisbol), y permanecieron ahí años, sin ser identificados. No obstante, en 1929, en medio de trabajos de remoción de nichos, llamaron la atención dos sepulcros cuyos cuerpos estaban envueltos en coyes (hamacas de marinos) junto con banderas nacionales.
Prontamente fueron reconocidos los héroes de la Covadonga, causando la conmoción de todos los vecinos del puerto. Por este motivo, se gestionaron obras para una bóveda funeraria en pleno corazón de la ciudad, lugar donde fueron nuevamente inhumados con honores militares en 1936.
Hoy, justo bajo el busto de Carlos Condell (quien fue su capitán y quien participó de su primer entierro), Tocopilla se enorgullece cada año de honrar y mantener a estos dos héroes de la Covadonga.
Bóveda funeraria bajo el busto de Carlos Condell en la Plaza de Tocopilla, donde reposan los restos de los dos marinos de la Covadonga. (Foto: DonCaliche.com).