A las familias de los trabajadores fallecidos en la mina El Teniente, a sus compañeros y a Chile entero:
La trágica pérdida de Paulo, Gonzalo, Alex, Carlos, Jean y Moisés no fue un accidente aislado: es consecuencia de un sistema que sigue poniendo la producción por encima de la vida humana. Eran mineros, padres, hijos y hermanos; el sustento de sus familias y el orgullo de una profesión que impulsa a Chile. Hoy, su sangre clama por un cambio urgente y profundo.
Como chileno y como ser humano, declaro con rabia y dolor: ¡Nunca más!
Exigimos acciones concretas, no condolencias:
1. Auditoría técnica independiente en todas las Divisiones de Codelco, con participación de sindicatos, Sernageomin y la Dirección del Trabajo, cuyos resultados sean públicos.
2. Terminar con la precarización: Que las labores críticas (producción, mantención) sean realizadas exclusivamente por trabajadores directos de Codelco, con contratos estables y capacitación certificada.
3. Responsabilidad penal para ejecutivos y gerentes que autoricen operaciones sin garantías de seguridad. Que la justicia investigue si hubo omisión de deberes.
4. Un “Acuerdo Nacional por la Vida Minera”, con reformas legales que prohíban la subcontratación de trabajos relacionados directamente con la producción.
A las familias: Su dolor es el nuestro. No claudicaremos hasta que sus nombres sean sinónimo de la última tragedia evitable.
A los trabajadores: Unidos, somos imbatibles.
A las autoridades y a Codelco: No permitiremos más discursos vacíos. O cambian las prácticas, o enfrentarán movilizaciones.
Que el cobre —riqueza de Chile— deje de mancharse con sangre y vuelva a brillar con dignidad.