En un ambiente de alegría, fe y fraternidad, más de 230 adultos mayores provenientes de los distintos pueblos de Altoloa y de la comuna de Ollagüe se reunieron este sábado 25 de octubre en el poblado de Chiu-Chiu, para participar en el Encuentro de Adultos Mayores 2025, organizado por la Parroquia San Francisco de Chiu-Chiu y Cáritas Calama.
El evento tuvo como propósito generar un espacio de encuentro, reconocimiento y cariño hacia quienes han entregado su vida al servicio de sus familias y comunidades. A lo largo de la jornada, los participantes recibieron acogida, atención, diversos regaloneos y muestras de afecto.
“Queríamos que nuestros adultos mayores sintieran que tienen mucha vida, que siguen siendo el corazón de nuestros pueblos. Ellos son quienes mantienen viva la memoria y la fe de nuestras comunidades”, destacó el párroco David Vargas Cabaña, impulsor de la actividad.
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El encuentro cumplió con tres grandes propósitos pastorales y sociales que fueron mencionados por los organizadores: valorar la vida y dignidad de los adultos mayores, fortaleciendo su autoestima y sentido de pertenencia en medio de una sociedad que muchas veces los invisibiliza; ofrecer servicios y atenciones integrales, tanto en el ámbito social, legal y de salud, permitiendo que los adultos mayores pudieran acceder a información, orientación y cuidados preventivos durante la jornada; y visibilizar la realidad de las personas mayores en los pueblos del Alto Loa y Ollagüe, promoviendo el diálogo con autoridades locales y regionales para avanzar en soluciones concretas.
Justamente, tuvieron la oportunidad de conversar con diversos actores políticas de la región y de la capital de El Loa, donde se asumieron compromisos concretos a corto plazo como apoyar a la comuna de Ollagüe y la sede del adulto mayor, y analizar junto al Consejo Municipal de Calama -en sesión programada para el 5 de noviembre- la situación actual de los adultos mayores de Altoloa y la proyección de crear centros diurnos en distintos poblados.
“Nuestros adultos mayores son memoria viva, son los rostros concretos del amor de Dios en medio de nuestras comunidades. Cuidarlos, acompañarlos y escucharlos es cuidar el alma de nuestros pueblos”, cerró el padre David Vargas una vez concluido el encuentro.



