La mañana del jueves 22 de mayo de 1879, arribaba maltrecha, humeante y semihundida al puerto de Tocopilla la goleta Covadonga, la misma que menos de 24 horas antes, había logrado encallar al blindado peruano Independencia, un navío acorazado que tras intentar expolonear a la goleta chilena, zozobró sobre promontorios costeros en el llamado Combate de Punta Gruesa.
Todo lo anterior se dio durante la jornada del Combate Naval de Iquique, evento librado hace exactos 143 años en el contexto de la Guerra del Pacífico, que enfrentó al Huáscar y la Independencia, los navíos más poderosos del Perú contra la Esmeralda y la Covadonga, las embarcaciones más débiles de la Armada de Chile.
Ya sabido los detalles de la gesta de Prat y sus hombres en Iquique, examinaremos la frenética persecución que sufrió la Covadonga por parte de la Independencia y luego del Huáscar, el cual tratando de vengar la perdida de la Independencia, trató infructuosamente de espolonear a la goleta chilena, la que a costas de grandes sacrificios, llegó casi hundida a Tocopilla al día siguiente del combate.
PUNTA GRUESA
Mientras la Esmeralda era echada a pique en Iquique por el Huáscar, la goleta Covadonga al mando del capitán Carlos Condell evitaba, en una frenética persecución, ser expoloneada por la fragata blindada Independencia, el segundo navío más poderoso del Perú, al mando del capitán Juan Guillermo More.
Luego de una osada maniobra, la Covadonga logra encallar a la independencia sobre unos promontorios costeros en el sector de Punta Gruesa, por lo cual se volvió contra la indefensa fragata peruana y la acribilló hasta hacerla rendir. No obstante, a la distancia el Huáscar -que volvía después de haber ganado el combate en Iquique- al advertir la situación arremetió contra la goleta chilena.
Cabe destacar que para ese entonces, la Covadonga venía “haciendo agua” (jerga marina para referirse a que se estaban hundiendo debido a forados de artillería) puesto a que en el inicio del combate, recibió de lleno un tiro del Huáscar que la atravesó de lado a lado, matando en el acto a dos tripulantes y dejando mutilado a un cirujano (que horas después moriría desangrado).
TOCOPILLA
Citaremos a continuación párrafos del libro Historia de Tocopilla del extinto investigador Juan Collao Cerda, quien costa que “haciendo agua por todas partes con el peligro inminente de zozobrar, con una velocidad apenas de 2 nudos, la heroica Covadonga apareció en la mañana del 22 de mayo frente a Tocopilla, manteniendo una cadena permanente de baldeadores para que vaciaran el agua que inundaba la nave por las enormes brechas del combate”.
A continuación cita que “el comandante militar de Tocopilla, mayor Juan Félix Urculla, que se había hecho cargo de la plaza el mismo 20 de mayo, reconoció con sus prismáticos la bandera chilena enarbolada en ese barco que silenciosamente entraba la bahía”.
Ya en Tocopilla “la solidaridad con el barco herido y sus heroicos tripulantes no tuvo límites. Todos querían prestar auxilio a los bravos combatientes. Los carpinteros de bahía treparon a la nave para arreglar los desperfectos más urgentes y asegurar su arribo a Antofagasta. A bordo de la nave estaba los cadáveres de los malogrados cirujano Videla, del mozo Felipe Ojeda y del grumete Blas Segundo Téllez, además de 5 heridos a bala entre ellos el conductor del barco que recibió dos balazos. Junto con prestar debida atención a los heridos, se dio solemne sepultura en el panteón a los restos mortales de los héroes Ojeda y Téllez”.
Condell participó del sepelio y posteriormente partió con los suyos hacia Antofagasta. Los caídos fueron sepultados en el sector de lo que hoy es la cancha de El Diamante. Años después el cementerio fue trasladado más al norte y el lugar fue transformado en cancha, no obstante en la década del 30, en medio de las obras de construcción, fueron hallados los cuerpos de estos marineros (envueltos en sus hamacas de dormir, propia de marineros, junto con su indumentaria marina y tapados con bandera chilena), por lo que fueron nuevamente inhumados, esta vez en la plaza de Tocopilla, la plaza Carlos Condell.
Este desconocido episodio post 21 de mayo aún es recordado en la ciudad. Una pequeña boya con su bandera nacional derruida indica en punto donde atracó una malograda goleta, y un busto del capitán Prat, más una batería de costa, miran al sector en donde hace 143 años se presenció un pedazo de la historia.