Una de las calles principales de Calama lleva el nombre de Paula Jaraquemada. Pero, ¿quién fue la persona que en vida poseyó este nombre y la hizo meritoria para que al menos su apellido sea conocido entre los calameños?
Paula Jaraquemada Alquizar fue una mujer que vivió en el Chile de fines del siglo XVIII e inicios del XIX y tuvo un papel preponderante durante la Independencia, sobre todo por su temeraria acción durante el proceso de la reconquista entre 1814 a 1818.
Nacida en el Santiago colonial el año 1768, perteneció a una familia de alta alcurnia. Durante las guerras de independencia Jaraquemada apoyó fervientemente la causa separatista, y en ese rol se destacó en 1818, tras el desastre de Cancha Rayada en marzo de ese año en donde las tropas independistas fueron barridas por los españoles.
Esto fue porque alojó en su hacienda a soldados chilenos y argentinos que habían sobrevivido a duras penas tras esa derrota. Ahí los mantuvo oculto hasta que cierta tarde un destacamento realista (españoles) llegó a su hogar buscando a los derrotados.
El sitio Memoriachilena.gob.cl destaca que “los malogrados soldados de José San Martín se recuperaron en su hacienda, allí se alimentaron y curaron sus heridas. También les suministró pertrechos y, para revitalizar las tropas patriotas, facilitó caballos y ordenó a sus inquilinos sumarse a la campaña. Se rememora esta generosa acción por la causa, pero su gran hazaña fue encarar altivamente a un oficial realista que llegó a su hacienda para abastecer a su tropa”.
Respecto a esta causa “el capitán le exigió las llaves de su bodega y ella se negó a hacerlo, concediendo, si lo deseaban, una voluntaria cooperación. El oficial hizo caso omiso de esta respuesta y nuevamente le espetó la orden. Ella no cejó y poniendo en juego su vida, acercó su pecho a las bayonetas de los soldados para aclararle al oficial que prefería morir antes que ceder. Con la misma altanería, dio vuelta un brasero con la punta de su pie para demostrar que estaba dispuesta a quemar su casa si ellos insistían en despojarle de sus bienes violentamente. Intimidados con su reacción, la soldadesca desistió de su propósito y abandonó el lugar”.
Por esta razón Jaraquemada fue destacada en la historia, pues el evento fue narrado por soldados sobrevivientes que escucharon el feroz diálogo y por el futuro presidente Manuel Montt, quien en ese entonces contaba con nueve años y se encontraba en la hacienda visitando con su familia a “doña Paula”.
Al término de la guerra esta mujer se dedicó a obras de caridad para hospitales, hospicios y a cárceles. También trabajó para lograr mejoras en la cárcel de Mujeres de Santiago y finalmente creó una corporación de caridad. Murió el 9 de septiembre de 1851.