Tras años de tramitación, el Gobierno dio luz verde para la implementación de pistolas taser para su uso por parte de personal de Carabineros.
Estos dispositivos, utilizados en más de 100 países, incluyendo Canadá, Inglaterra, España, Estados Unidos, Brasil y Argentina, se presentan como una alternativa menos letal para las fuerzas policiales.
El proceso avanzará con las gestiones de compra por parte de la institución policial del último modelo de estas armas, que tienen un valor de cinco millones de pesos cada una. Posteriormente, se llevará a cabo una capacitación para funcionarios y un plan piloto centrado en casos de violencia intrafamiliar.
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Un Taser, derivado del inglés “Thomas A. Swift’s Electric Rifle”, es una “pistola eléctrica” que funciona disparando unos pequeños dardos conectados a la unidad principal por cables conductores de electricidad.
Al impactar, tras disparar, los dardos se adhieren a la ropa o la piel del objetivo, transmitiendo una corriente eléctrica que interfiere con los impulsos nerviosos del cuerpo, causando una inmovilización temporal.
Esta descarga eléctrica provoca contracciones musculares involuntarias que incapacitan al sujeto por un breve período, generalmente alrededor de cinco segundos, permitiendo a los oficiales de seguridad controlar la situación sin recurrir a la fuerza letal.