En la avenida Angamos de Antofagasta, precisamente en calle Díaz Gana, a un costado de la costanera existe el intrigante busto de un hombre con capucha que mira hacia el océano. El busto es del filósofo, matemático y astrónomo italiano Giordano Bruno, quien fue quemado en la hoguera en el año 1600 por apoyar la teoría heliocéntrica (de que los planetas giran alrededor del sol).
Bruno es destacado como uno de los más influyentes filósofos occidentales, ya que fue parte del movimiento que llevó a la Europa medieval al periodo de la Ilustración, es decir, cuando la hegemonía de la Iglesia católica comenzó a perder terreno valórico ante la ciencia. Pero la pregunta en este caso es, ¿qué hace una escultura de este mártir en la capital regional?
La obra fue iniciativa Nueva Acrópolis Antofagasta, quienes según reseñan en su página web, son una “organización Internacional que propone un ideal de valores permanentes que favorece la evolución individual y colectiva, a través de sus líneas de acción en Filosofía, Cultura y Voluntariado”.
¿POR QUÉ GIORDANO?
La escultura en cuestión fue inaugurada en el año 2000, en un espacio entre avenida Angamos y la costanera en avenida Grecia que hoy es conocido como “plaza de la tolerancia”, debido a los valores que legó el incinerado filósofo.
Nueva Acrópolis no solo gestionó la colocación de este busto en la capital regional, sino también en las comunas de Copiapó, Valparaíso, Rancagua y Santiago. Desde la mencionada organización, la elección de Bruno fue porque “con gran valor se mantuvo firme en sus convicciones hasta su último suspiro, fidelidad a sus creencias e investigaciones que nos llevan a recordarlo y traerlo a nuestros tiempos para homenajearlo en todas las sedes del mundo de Nueva Acrópolis”.
Así también, destacan que “a lo largo de nuestro territorio nacional el homenaje a Giordano Bruno se ha divulgado a través de conferencias, videos comentados, cines filosóficos, conversatorios e intervenciones en las calles de las ciudades”.
MÁRTIR DE LA CIENCIA
Giordano Buerno nació en la ciudad italiana de Nola en 1548. Fue monje monástico y posteriormente ordenado sacerdote, no obstante, su inquietud científica le llevó a estudiar profundamente las obras de aristóteles y los viejos filósofos de la Grecia clásica.
Viajó por Italia dedicándose a enseñar a los niños sobre ciencia, es aquí donde sus enseñanzas comienzan a causar polémica al no respaldar las teorías religiosas sobre el punto de que los planetas girasen alrededor de la tierra.
Trabajó como profesor de matemáticas en la prestigiosa y ahora, extinta universidad de Helmstedt (Alemania, en ese entonces, Sacro imperio romano), en donde sus teorías llenaron de indignación a las autoridades de Roma, quienes excomulgaron y sometieron a proceso por herejía al italiano.
La inquisición le denunció y lo sometieron a un tortuoso proceso en 1592, año en el que fue encarcelado. Pese a las ofertas de abjurar de sus hipótesis, Bruno se mantuvo firme hasta el final, motivo por el cual fue condenado a muerte y quemado vivo en la hoguera en el campo di Fiori, Roma, el 17 de febrero de 1600.