Un día como hoy, pero hace 139 años, se iniciaba en el poblado de La Concepción (ubicado en la Sierra Peruana) un combate entre 77 efectivos chilenos del batallón Chacabuco que guarecían el poblado contra una horda de más de dos mil indígenas comandadas por militares peruanos en el contexto de la Guerra del Pacífico.
De este combate salieron los nombres de Ignacio Carrera Pinto, comandante del batallón, y los jóvenes oficiales y tenientes Julio Montt Salamanca, Arturo Pérez Canto y Luis Cruz Martínez, todos ellos muertos durante esta refriega que inició en la tarde de un 9 de julio de 1882 y culminó en la madrugada del 10 de ese mismo mes, después de una feroz resistencia chilena que llevó a todos sus soldados a la muerte.
Desconocido de este episodio fue que, junto con la resistencia chilena habían tres mujeres, una de ellas cantinera del batallón Chacabuco y otra de ellas se encontraba encinta al momento de la batalla. Todas corrieron la misma suerte que los 77 soldados, pero de su vida poco se sabe.
Cantineras
Ana Olivares Cepeda, investigadora antofagastina respecto al rol de las cantineras durante la Guerra del Pacífico cuenta el rol de estas anónimas mujeres que lamentablemente les tocó perecer de forma cruel aquella aciaga jornada.
“Si bien las Cantineras fueron dadas de baja en 1881 y, por tanto, en su mayoría regresaron a Chile, muchas se quedaron voluntariamente cumpliendo las mismas labores aunque con el título de ‘camaradas’. Para ellas, el título era solo un detalle. Servir a los suyos era lo más importante, aunque eso significara que sus nombres no quedaran registrados”.
Respecto al combate de la Concepción, Olivares cuenta que “la 4ta compañía de Carrera Pinto contaba con 3 de ellas (una embarazada) y un niño pequeño que, claramente, ayudaban a cuidar a los enfermos. Esperando los refuerzos para dejar definitivamente el poblado de Concepción (ya que se sabía de un inminente ataque del enemigo), aquel domingo 9 de julio alrededor de las 14:30 hr fueron sorprendidos por 300 soldados y 1.500 indígenas montoneros bajo las órdenes de Juan Gastó. El final ya lo conocen: después de 19 hr de lucha todos fueron muertos y, a pesar de solicitar rendición, los peruanos no la obtuvieron de parte de los 82 héroes de Concepción. ¡Sí, 82! porque las mujeres e hijos también estuvieron en el combate, atendiendo a los heridos, cargando los fusiles y ayudando a los enfermos, incluso, ayudando a la embarazada a dar a luz”.
Finalmente agrega que “la única testigo del sangriento combate fue una humilde bandera que no fue arriada por el enemigo y que fue hecha cuidadosamente por las mujeres de la compañía. Sus pequeñas y delicadas puntadas unen 3 trozos de tela y una estrella con delicadas mostacillas en sus puntas forman un emblema de 55×38 cm. Esta reliquia fue guardada durante 32 años por el general Estanislao del Canto quien la dona al municipio de Curicó (ciudad natal de Luis Cruz Martínez) para luego llegar, definitivamente a la Escuela Militar donde se exhibe en su museo. Quizás no sabremos nunca los nombres de aquellas valientes que sufrieron los mismos rigores del combate que los 77, pero la bandera sí, y es a través de ella que se les recuerda dándole su lugar en cada conmemoración del Combate de Concepción. Sin memoria no hay historia y sin reconocimiento no hay conmemoración”.