La Organización Mundial de la Salud (OMS) sostiene que en 2030 miles de millones de personas en todo el mundo se quedarán sin acceso a servicios de agua potable, saneamiento e higiene en sus hogares, a menos que el índice de progreso se multiplique por cuatro. Así de simple.
Es más, le entidad dice que cuando comenzó la pandemia de Covid-19, 3 de cada 10 personas no podían lavarse las manos con agua y jabón. El propio presidente de la 75 Asamblea General de la ONU, Volkan Bokzir, plantea que “es un fracaso moral”.
La realidad en Chile no es tan distinta. Según el estudio de la fundación Amulen, “Pobres de Agua”, en nuestro país existen más de 300 mil viviendas del sector rural que aún no cuentan con infraestructura que les permita abastecerse con agua potable y solucionan esta carencia recurriendo a ríos, vertientes o camiones aljibes”.
Realidad regional
Este problema de falta de agua también afecta a la Región de Antofagasta, a pesar de que el territorio alberga una gran cantidad de proyectos de desarrollo industrial. La capital mundial del cobre que, según el ministro de Minería, Baldo Prokurica, entrega el 54% del cobre del país, cuenta ya con varios proyectos mineros hasta 2028, entre ellos, Distrito Centinela de Antofagasta Minerals (US$4.350 millones); Sulfuros Radomiro Tomic Fase II de Codelco (US$3.073 millones) y la Expansión de Spence de BHP (US$3.260 millones).
Las cifras indican una expansión del desarrollo minero y, por cierto, buenas noticias para las arcas nacionales, como también el crecimiento en las plazas laborales a nivel local, las que están estimadas en más de 5 mil puestos de trabajo para la construcción y más de mil para operación de los diversos proyectos mineros que se avecinan.
El punto es cómo solventarán estos procesos productivos con agua si en la región existe escasez hídrica. La capital mundial del cobre carece de agua no sólo para las industrias, sino también de agua potable y alcantarillado para las personas. Una paradoja para una región que entrega mucho al país, pero que recibe poco, según el propio gobernador regional, Ricardo Díaz, quien ha sostenido en medios de comunicación que “Chile se olvida de su norte”, apuntando a la descentralización como un eje de trabajo.
Pobreza
El informe Casen 2020 en pandemia, menciona que el 8,4% de los hogares de la Región de Antofagasta es pobre, 4,4 puntos porcentuales más que el informe Casen 2017. El informe también indica que hay 22.936 personas que viven en sectores rurales en la región.
El seremi de Vivienda y Urbanismo, Julio Santander, explica que, en el caso de Antofagasta y Calama, existen unas 19 mil personas que se encuentran en situación de campamentos en zona urbana. Todas ellas requieren de alcantarillado y red de agua potable, porque actualmente sólo tienen acceso a agua por otras vías informales.
Santander agrega que “es importante distinguir lo que es asentamiento precario urbano del asentamiento rural costero, donde si nosotros realizamos la suma, tanto en la comuna de Antofagasta incluyendo también las zonas rurales de Calama fuera del radio urbano, podríamos llegar a las 22 mil personas que requieren dotación formal de agua potable y alcantarillado”.
Esto implicaría que, a lo menos, una solución podría ser que se vea la posibilidad de generar proyectos urbanos en zonas que aún no tienen regularizado los suelos, es decir, que no cuentan con factibilidad de agua potable y alcantarillado. Por lo tanto, cabe preguntarse si es posible que lleguen proyectos sanitarios e inmobiliarios a poblar zonas que actualmente son llanas, por ejemplo, el sector norte de Antofagasta, y así comenzar a acortar la brecha de la pobreza a nivel regional.
Este problema de falta de accesibilidad a agua potable y alcantarillado también afecta a las zonas industriales. El presidente de la Asociación de Empresarios Puerto Seco Calama, Pedro Vergara, es enfático al decir que “hoy existen 20 mil personas que dependen de Puerto Seco, todos ellos trabajan para cumplir los altos estándares de la minería, pero sin agua potable ni alcantarillado. Es una batalla que lleva décadas. Necesitamos un proyecto sanitario que nos permita tener los servicios básicos”.
Por otro lado, el presidente del Centro Industrial y Empresarial La Negra en las afueras de Antofagasta, Arturo Basadre, es crítico al respecto: “Actualmente hay unos 11 mil trabajadores que suben a La Negra para desarrollar sus labores sin un servicio sanitario regulado. Es increíble que esto pase en esta región. Necesitamos agua para poder crecer”.
¿Soluciones?
Y la pregunta es cómo ayudar a estas personas. Cómo se hace para generar la equidad que se requiere, el acceso universal a agua potable, que ha sido declarado como uno de los derechos humanos por las Naciones Unidas en 2010. Todo indica que nuevos proyectos sanitarios son la solución para acortar esta brecha y dar factibilidad de servicio sanitario en otros sectores de Antofagasta y Calama que hoy no cuentan con ello.
Julio Santander sostiene que el agua potable y el alcantarillado van de la mano y son inherentes a la urbanización, pero en el actual Plano Regulador se aprecia que no todos los terrenos en Antofagasta tienen factibilidad sanitaria y de conexión a la red de alcantarillado y, por lo tanto, no es posible desarrollar nuevas iniciativas inmobiliarias en esos sectores. “No tiene sentido hacer viviendas en el sector norte de Antofagasta si no hay aún factibilidad de agua potable y alcantarillado”, precisa.
Bajo este escenario, la solución podría venir desde el Océano Pacífico. La desalación de agua de mar es conocida en nuestra región, tanto para el consumo humano, como también para las industrias. Es una tecnología probada a nivel mundial, cuyo uso es parte de la matriz sanitaria de países desarrollados como España, Australia, Israel y Estados Unidos, entre otros.
Quizás es tiempo de dar cabida a nuevos proyectos sanitarios en este territorio y así comenzar a desarrollar iniciativas de urbanización con factibilidad de agua potable y alcantarillado y, por qué no, generar la posibilidad de abastecer a proveedores y grandes industrias con una matriz robusta y sólida de agua de mar. No se está lejos de eso.