La literatura precisa que para 1907 ya existían plantas desaladoras en la Región de Antofagasta, una de ellas en el sector Las Salinas, cerca de Sierra Gorda y a medio camino del antiguo mineral de Caracoles. Este dato se respalda con información de expertos a nivel local en materia medioambiental, quienes sostienen que la desalación de agua de mar comenzó para un fin productivo, más bien minero.
De aquel punto de partida, el desarrollo de esta tecnología que permite disponer de agua de mar para el consumo humano e industrial fue paulatino en el tiempo. Y se espera que siga aumentando. De hecho, el actual gobierno espera que en 2031 el 66% del consumo de agua de la gran minería en la Región de Antofagasta provenga del mar. Esto según lo expresado por el propio subsecretario de Minería y exintendente, Edgar Blanco.
Y sin ir más allá, desde hace unos 15 años ya se genera agua potable a partir de la desalación para las personas. Tocopilla y Mejillones tienen un 100% de consumo humano de agua con este tipo de fuente; 80% en Antofagasta y en un porcentaje menor Taltal. Es decir, en todas las comunas costeras existe presencia de agua potable proveniente del Océano Pacífico.
Por lo tanto, la desalación pareciera ser una solución concreta para disponer de agua a nivel local, pero con todos los esfuerzos realizados, aún falta mucho. El cambio climático, el estrés de las fuentes continentales y el exceso de demanda hídrica, han hecho que, según expertos, hoy exista un problema grave de falta de agua. Hay personas en la región que no tienen servicio de agua potable ni alcantarillado, la agricultura local tiene problemas de regadío y la gran minería necesita un consumo mayor de agua que ya no está disponible.
La pregunta es si es posible que la desalación cumpla con la demanda hídrica, permita disminuir la escasez del vital elemento y se desarrolle de forma sustentable, es decir, con mínimos impactos ambientales.
EXPERTOS
Leonardo Romero, académico del departamento de Ingeniería Química de la Universidad Católica del Norte (UCN), sostiene que la desalación es una alternativa para la región, porque las personas necesitan agua para subsistir y la industria para producir.
Sus palabras concuerdan con el diagnóstico que hace Pablo Rojas, investigador titular de la línea de Recursos Hídricos Marinos del Centro Científico Tecnológico de la Región de Antofagasta (Cicitem), quien explica que el escenario actual es muy desfavorable debido al cambio climático, sumado a que las reservas de agua dulce en glaciares han mermado, porque la lluvia disminuyó de forma crítica en los últimos 20 años y los ríos ya no son capaces de soportar la vida a su alrededor ni menos proveer de agua para procesos productivos.
Para Leonardo Romero, la minería debe cambiarse en un 100% al consumo de agua de mar. Agrega que, en un futuro, sería bueno pensar en una carretera hídrica que permita, a través del Océano Pacífico, disponer de agua para la industria, para la agricultura local y para el consumo humano.
“Nuevas iniciativas deben llegar. Que se realicen concesiones donde participe el privado y el Estado, porque juntos se potencian. Debemos crecer, pero siempre pensando en nuestro entorno”, finalizó el académico de la UCN.