El año 1912 fue particular para el norte de Chile. En mayo se iniciaba la explotación del mineral de Chuquicamata, en junio Luis Emilio Recabarren fundaba el Partido Obrero Socialista (semilla del Partido Comunista), involucrado en una serie de reivindicaciones obreras de la zona, y en lo internacional, el Titanic se sumergía en las gélidas aguas del Atlántico Norte.
Por ende, no fue el abur que quiso que ese año también llegase al mundo el escritor Andrés Sabella, quien nació el 13 de diciembre y terminó por convertirse en uno de los embajadores más emblemáticos de Antofagasta.
Poeta, escritor, periodista y dibujante. Estos son los epítetos que la Wikipedia utiliza para referirse a sus dotes. No obstante, una de las mujeres que lo conoció en vida y que hoy es albacea de su legado literario, María Canihuante, no tiene ambages en describir cuál fue su fuerte.
“Indudablemente el poeta, porque él no se dedicó a escribir únicamente sobre una sola cosa. Su obra tiene poesías de niño; poesía para todo el mundo; y también tiene poesía comprometida. Entonces, la poesía es lo más destacable de él, y tiene la característica excelente que es muy fácil de entender, él no habla en palabras difíciles; él nos da grandes mensajes con palabras sencillas”.
TRAYECTORIA EN LAS LETRAS
Andrés Sabella Gálvez, hijo de un comerciante de origen ítalopalestino, cursó su enseñanza en el colegio San Luis de Antofagasta y sus estudios superiores de derecho en la Universidad Católica y Universidad de Chile, sin finalizar la carrera. Pero la escritura no la abandonó.
Ya de adolescente que aportaba con crónicas al Mercurio de Antofagasta, y fue esta relación temprana con el periodismo lo que al final le llevó a ser uno de los fundadores de la primera escuela que impartió esta disciplina, en la entonces Universidad del Norte (hoy, Universidad Católica del Norte) en 1967.
Isidro Morales era un alumno de periodismo de la Universidad del Norte en la década de los 70’s cuando tuvo como académico al poeta. El recuerdo hasta el día de hoy lo evoca como parte importante de su formación. Parte muy importante porque, al igual que Sabella, décadas después también terminaría como académico de la misma disciplina en la UCN.
“Fue un privilegio haber sido alumno y amigo de Sabella. Alumno porque fue mi profesor de Literatura Chilena y Redacción, con él aprendí mucho sobre el periodismo y sobre la vida, él de alguna forma reafirmó en mí muchos valores, la conciencia social. Es muy relevante cuando te das cuenta de los problemas de la sociedad, en sus clases siempre transmitía sus valores”.
Asimismo recuerda algunas particularidades de Sabella, un tipo tan culto como estrafalario, quien imbuido por su amor al océano, pidió a sus más cercanos que cuando falleciese, fuese sepultado “a lo pirata”, es decir amortajado, atado a un peso muerto, y lanzado por la borda en alta mar.
“Me gustaban sus clases, me entretenían mucho. Otro aspecto relevante es que Sabella nunca preparaba sus clases, siempre las improvisaba, sabía mucho de la vida, de la historia, del comunismo y del ser humano, entonces improvisaba de acuerdo a las circunstancias. Supongamos que a alguien se le caía el botón de la camisa, él lo recogía y en base a ese botón, comenzaba la clase. ¿De dónde es este botón? ¿De dónde proviene?, y ahí comenzábamos con preguntas y respuestas, filosofamos. Además, nos contó muchas anécdotas, sabía mucho, dentro de la clase recordaba muchas cosas”, recuerda Morales.
También agrega que “fuera de la clase, nos juntábamos en otros lugares, compartíamos con él. Después yo entré a trabajar a El Mercurio de Antofagasta, y él llevaba siempre su columna “Linterna de Papel”, se formaban conversaciones de una a dos horas, era todo muy grato. Tuve mucha formación dentro de esas conversaciones, estábamos en plena dictadura. Él fue cercano y llegó a mucha gente”.
EL POETA
Amigo de Neruda, el Nobel llegó a escribir de su par antofagastino que “Mientras Sabella nortiniza la poesía, yo la ensurezco”. Asimismo Sabella fue quien acuñó el concepto de “Norte Grande”, precisamente el título de una de sus obras más destacadas publicada en 1944.
María Canihuante fue alumna de Sabella cuando éste era profesor de castellano en el Liceo de Niñas de Antofagasta (hoy, Marta Narea), mismo establecimiento donde años antes, una joven profesora de Vicuña llamada Lucila Godoy Alcayaga también hizo clases, y que décadas después sería una reconocida poetisa, cuyas obras firmó como Gabriela Mistral.
“Fui su secretaria en el tiempo que él era mi profesor en el liceo de niñas; yo era quién ponía las notas en el libro de clases, escribía las clases que nos hacía, iba a su casa a buscar las pruebas, etcétera”, cuenta.
Pero el rol de Canihuante no se remitió a estos quehaceres. Ya muerto el poeta, siguió (y sigue) publicando “Linterna de Papel”, la columna que Sabella redactaba para El Mercurio de Antofagasta. Además fue artífice de la iniciativa que llevó a que el nombre del antofagastino fuese puesto al aeropuerto de Antofagasta.
“Andrés decía ‘si alguien después de 50 años recuerda una de mis frases, mi labor como poeta se habrá cumplido’. Bueno, estamos a 32 años de su muerte, y con mucho orgullo podemos decir que el nombre de Andrés, o su obra, no solamente está entre nosotros, sino que va a perdurar por siempre (…) Entonces, Andrés permanece, ha permanecido, y permanecerá, entre nosotros. Hay gente que lo cita en el día a día, con eso de ‘pan, paz, y poesía’ o ‘Digo paz, dilo conmigo’. Por lo tanto, Andrés está, y estará, junto a nosotros, por mucho tiempo más”.
LEGADO
Al interior de la UCN, muchos espacios recuerdan al literato. Una facultad completa (periodismo) está dedicada a su memoria, manteniendo en el centro de su jardín un busto con su figura. Asimismo el auditorio del establecimiento lleva su nombre.
De esta influencia nos habla el director de la escuela de Periodismo de la UCN, Mauricio Matus, quien a diario ve cómo la influencia del extinto escritor alcanza a las nuevas generaciones de comunicadores.
“Sobre Sabella, hay dos dimensiones muy importantes que destacamos en la Escuela y en la formación de nuestros estudiantes, la primera está vinculada al ejercicio del periodismo y que tiene que ver con el trabajo que el desempeñó al hacer avanzar la fundación de la Escuela desde un estado más bien utilitario del periodismo, como trabajar en la prensa tradicional y reportear para medios históricos como El Mercurio de Antofagasta. Entonces a partir de ese sentido utilitario, Sabella también nos hace avanzar a la segunda dimensión que tiene elementos más estéticos, literarios y poéticos del periodismo”.
También destaca que “Sabella entregó a los estudiantes nuevas interpretaciones del periodismo narrativo, lo que entendíamos como el reporteo de la realidad ahora tiene una vertiente en una esencia más poética, que invita a transformar los hechos como los construimos en textos informativos, en algo que trasciende más allá del diario, la construcción de textos toma una profundidad similar. Ese es el espíritu nuevo que se incorporó en la formación de periodistas, y que hoy queda para nosotros como una aspiración muy importante y que ojala pudiésemos mantener todo el tiempo”.
Testimonio de esto último nos entrega la alumna de periodismo UCN Michelle Torres, quien al respecto reflexiona que “su legado permanece vivo en los salones de clase, Sabella fue un tipo sabio y esperanzador. Cuando entré como mechona, los profes hablaban harto de sus experiencias vividas con el poeta, contaban y aplicaban métodos de aprendizajes similares en las clases, generando aprendizajes significativos”.