Este primero de mayo se conmemora el Día Internacional de los Trabajadores, instancia que recuerda a los “mártires de Chicago”, quienes iniciaron las primeras manifestaciones en demanda de mejoras laborales en la revuelta de Haymarket, en 1886.
En ese contexto, coincidiendo con las primeras muestras de descontento con el sistema laboral imperante en occidente, Chile también comenzó una etapa de movimientos obreros a fines del siglo XIX, llegando a su clímax a inicios del XX.
A eso se refirió el Dr. José Antonio González, historiador y académico de la Universidad Católica del Norte (UCN), quien recientemente fue postulado por su casa de estudios como candidato al Premio Nacional de Historia.
González contextualiza que dicho suceso “va a provocar una mayor conciencia precisamente respecto a los derechos laborales. Cuando uno sitúa la fecha, hay una pugna en el movimiento obrero entre los anarquistas, que fundamentalmente eran conducidos por Mijaíl Bakunin, y el movimiento obrero marxista que lideraban Karl Marx y Friedrich Engels. Ahora, esa es una fecha simbólica fundamentalmente por la misma represión queD se hace contra los huelguistas (en Chicago), donde fueron ejecutados los cabecillas”.
De los cinco cabecillas del movimiento condenados a muerte, cuatro eran de origen alemán. Sobre este hecho González explica: “Alemania fue el primer país que empieza con las leyes sociales durante el periodo del canciller Otto von Bismarck, y obviamente que ello va a ir fundamentalmente ligado con la jornada laboral, la extensión y el salario mínimo. Entonces, es una lucha que se considera un poco más que simbólica, porque se ve precisamente la incomprensión que tiene el Estado frente a esta reivindicación del justo descanso que pregona el mundo obrero”.
EN CHILE
Mientras estos hechos se sucedían en Estados Unidos, Chile se enfrentaba a una vertiginosa etapa de desarrollo económico tras ganar la Guerra del Pacífico, periodo en el que empresas extranjeras comenzaron a levantar diversas salitreras en el norte, incorporando un rudo trabajo que generó masivas migraciones del sur del país y de las naciones vecinas.
Sobre esta etapa, el historiador de la UCN detalla que “el movimiento migratorio va a ser muy analizado en el siglo XIX, y Ernst Georg Ravenstein va a formular las famosas leyes de la inmigración, donde uno de los elementos es la migración del campo a la ciudad. Los hombres por sobre las mujeres, los adultos por sobre los niños, y esto te va creando un cordón periférico urbano marginal de una situación de pauperización de la vida, pero que tiene el atractivo de mejores salarios y una posibilidad de hacer una suerte de movilidad social, dado que en las ciudades están habilitados los servicios de instrucción pública, no en el campo”.
Respecto al inicio del movimiento en Chile, González agrega que hay que distinguir por lo menos, dos o tres fases. Hay una fase inicial que aparece hacia 1840, que es de los gérmenes de los movimientos mutualistas, fundamentalmente en torno a los tipógrafos y también a los artesanos. Es mucho más ilustrado, y más vinculado con las actividades fabriles ya en la década del 1860. Después viene un movimiento que se plantea fundamentalmente en el norte, en torno a las mancomunales, las asociaciones obreras que reivindican entonces un movimiento pro sindical, “y yo diría que a partir de 1924 se empieza a dar el germen para el movimiento sindical, que se va a establecer hacia la década del 1930. Pero ahí ya está el cuerpo legal social, no solamente por la Constitución de 1925, sino que también está el Código del Trabajo de 1931”.
MANIFESTACIONES
Con la incorporación de los nuevos territorios del norte tras la guerra, comenzaron las primeras protestas masivas en demanda de mejoras laborales. Muchas de estas terminaron en grandes tragedias como las masacres de la Plaza Colón en Antofagasta (1906), de la escuela Santa María en Iquique (1907), los eventos de la oficina San Gregorio (1921) y la matanza de La Coruña (1925).
Sobre estos hechos, Gonzáles cuenta que “el norte entrega el aliciente de la capacidad organizativa, con un movimiento que une, en mi opinión, tres elementos fundamentales. El primero es la capacidad de establecer una prensa obrera, tanto asentada, es decir, con una imprenta con una razón social en la ciudad, y una prensa obrera móvil que circula por toda la pampa. El segundo, son estas reivindicaciones que empiezan con los memoriales, desde 1906 hacia adelante, donde se está exigiendo las ocho horas, se está exigiendo el salario, se están exigiendo escuelas de instrucción nocturna, y estos memoriales combinan todo lo que es el movimiento tanto en Tarapacá como en Antofagasta, tanto portuario como pampino. Y un tercer elemento es la capacidad de algunas asociaciones mancomunales de establecer instancias socioculturales; y con las instancias socioculturales estamos hablando no solamente de una sociedad de socorros mutuos, sino que también de una biblioteca pública y una enseñanza nocturna para los adultos, es decir, aquí ellos mismos van a generar el espacio de instruir a sus propios compañeros en lo que son todas las luchas sociales, pero también en la cultura de elementos que se consideran un poco más universales, antes de que el Estado intervenga”.
Estas instancias llevarían a que en 1920 el Estado intervenga con la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria. Al respecto, el historiador UCN enumera quiénes fueron los personajes claves en este proceso de concientización obrera. “Sin duda, Luis Emilio Recabarren; el mismo Elías Lafertte; también están anarquistas como Alejandro Escobar y Carvallo, que es uno de los tipos que más va a incentivar el movimiento obrero en Antofagasta, hacia el año 1906. Pero el nombre de Luis Emilio Recabarren es formidable, porque abarca no solamente Iquique, sino que también Tocopilla y Antofagasta, y es obviamente la visibilidad de este movimiento obrero que lo lleva a ser elegido diputado por Antofagasta en 1906”.
Finalmente González destaca que “es Recabarren el que virtualmente hegemoniza no solamente la Federación Obrera de Chile, sino que todos los antecedentes de la mancomunal, la prensa obrera, el despertar de los trabajadores, y también la canalización de la evolución del Partido Demócrata hacia el Partido Obrero Socialista en 1912, hasta llegar a la fundación del Partido Comunista”.