Al cumplirse tres años de los convulsionados acontecimientos que marcaron Chile el 18
de octubre de 2019, con el inicio del denominado estallido social, el historiador y
académico de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Católica del Norte
(UCN), Dr. José Antonio González, analiza los principales aspectos de un
acontecimiento que marcó las bases de un proceso constitucional que aún no termina y
cuyo resultado es incierto.
Se cumplen tres años del inicio del estallido social ¿cómo marca esta fecha el
actual proceso constitucional que vive el país?
El 18 de octubre nos plantea dos visiones que son importantes de considerar. Una es
una coyuntura inicial que fue fundamentalmente el proyecto constitucional de Michelle
Bachelet que reunía todo lo que se estaba reclamando en el país, es decir, el estado
social y democrático, la seguridad social, y el reconocimiento de los pueblos originarios.
Esto al ser desechado en el gobierno de Sebastián Piñera, levantó una bronca de
distintas fuentes que estaban, en mi opinión, muy soterradas. Y eso, no fue
interpretado por la Convención Constitucional. En ese sentido, eso fue una segunda
coyuntura que se pudo haber planteado como una situación en que la constitución
hubiese estado legitimada de manera original, y eso obviamente fracasó.
En ese sentido ¿cree que fue una lección no aprendida?
Presentó una coyuntura de aprender una lección. La misma experiencia y la historia
nos enseñan que, si tenemos una posibilidad de salir del caos institucional, no
podemos descartarla en términos de una arrogancia intelectual o de alguna soberbia en
términos políticos o ideológicos. Entonces lo que uno espera es que como país
podamos realmente remediar esta división, pero sin olvidar el trasfondo que es
precisamente una nueva constitución. Es importante, no tanto en lo que se espera y las
expectativas, sino en plantearse, y eso en mi opinión es el tema de fondo: la legitimidad
originaria de la constitución. Y el segundo tema es plantear, en cierta forma, la
continuidad de la constitución del año 1925, obviamente remozada, en cuanto a la
seguridad social. Es decir, todo lo que el Estado tiene que dar como cobertura social a
la sociedad civil, y naturalmente eso implica mayores tributos. Y eso también significa
redefinir la fisonomía del Estado como social y democrático, y llegar al reconocimiento
de los pueblos originarios, y naturalmente tener una dimensión ecológica, aunque no sé
si es necesario ponerla a nivel constitucional, y esto era lo que fundamentalmente se
solicitaba de manera transversal.
¿Ha faltado una visión más amplia del proceso?
Otro punto es la responsabilidad del intelecto. Es decir, los que tenían
fundamentalmente orientación de opinión, elementos de juicio, debían aporta y no
llevar agua a su molino. Pensar en el interés de la población y en lo que debe ser
nuestra convivencia en un espíritu, en que, si no tenemos desarrollo económico,
obviamente no podremos llegar a una sociedad que sea distributiva.
¿Cómo analiza los cambios de la opinión ciudadana durante el proceso
constituyente?
Esa parte pendulante de la ciudadanía ya es manifiesta en las últimas décadas. No me
sorprende que votemos A y al día siguiente votemos B, y la mejor prueba es
precisamente la sucesión presidencial Bachelet-Piñera Piñera-Bachelet. Es evidente que nos pasamos de la centro-izquierda a la derecha, o de la Convención Constitucional al rechazo. Incluso previamente hubo una votación que le daba respaldo a la centro-derecha en el Parlamento. Entonces esa visión -en cierta forma- la pongo como un catalizador de la ciudadanía en el sentido del equilibrio del poder.
Si a la ciudadanía no lo logra convencer esto, entonces la ciudadanía en forma intuitiva busca
cuál puede ser el equilibrio que nos lleve a un cauce de desarrollo de progreso, pero
naturalmente bajo un diseño de orden y de crecimiento. Entonces esa frustración que
uno observa en las encuestas, en mi opinión responde al mismo fenómeno. Es decir,
por un lado, todavía está el eco del fracaso de la Convención Constitucional, que no
puede precisamente disminuir o mitigar los efectos. Esto fue un fracaso sonoro y fue un
fracaso fundamentalmente de todo lo que significó la responsabilidad política, tanto de
los nuevos actores, como de los viejos. Y, por otro lado, es el concepto de que Chile es
un país equilibrado en sus manifestaciones ideológicas que comúnmente tiene el
horizonte en la justicia.
¿Cómo cree que debe evolucionar el proceso?
Creo honestamente que el tema es que queremos una constitución de legitimidad
originaria, no de maquillaje. También tenemos claro que la constitución no nos va a
solucionar del atolladero en el cual nos encontramos, con crisis económica, problemas
de seguridad, con una inmigración que no podemos controlar en nuestras fronteras, y,
obviamente que eso puede conducirnos a una réplica de lo que estamos observando
en toda América Latina o incluso a nivel mundial con el populismo. Entonces ahí
tenemos esta prueba de fuego, que frente a los extremismos tenemos que recordar no
solamente el respeto a la autoridad, a las instituciones y fundamentalmente a todos los
habitantes, hombres, mujeres, migrantes y nacionales que viven en este territorio.
En la actualidad el proceso constitucional está siendo liderado desde el ámbito
parlamentario. ¿Cuál es su impresión de este cambio?
Aquí hay una paradoja. Cuando se realizó el plebiscito inicial (de entrada), lo que no se
quería era que intervinieran los partidos políticos ni los políticos. De ahí que era una
convención abierta. Pero a mí me parece bien que, en suplencia, dado que no se
puede hablar con movimientos sociales que no tienen una orgánica de interlocución,
intervenga uno de los poderes del Estado que es representativo de la soberanía
popular. Puede gustar o disgustar como está el Congreso, pero son genuinos
representantes de la soberanía popular.
Entonces, por lo menos que avance y que pueda poner esto que están llamando los bordes, pero que esto sea precisamente el marco donde la nueva convención electa, con un número más reducido, con lo cual estoy de acuerdo, pueda buscar cuáles son los puntos de consenso e ir nuevamente a un plebiscito con la ciudadanía.