El 21 de mayo de 1879 se produjo el Combate Naval de Iquique, gesta heroica recordado por los chilenos dado a que el hundimiento de la corbeta Esmeralda y la muerte de su capitán Arturo Prat fue un aliciente para la moral del país durante la Guerra del Pacífico.
Pero un episodio “B” de esta jornada fue el Combate de Punta Gruesa, y más aún la participación y biografía de uno de su principal protagonista, Carlos Condell de la Haza, oficial chileno a cargo de la goleta Covadonga (que junto a la Esmeralda sostenían el bloqueo de Iquique) que en la mañana del 21 de mayo, en vez de cumplir las órdenes de Prat, se escabulló del combate, logrando finalmente una victoria contra el Perú.
Hoy, plazas, monumentos y calles recuerdan la figura de Condell, pero la vida de este marino descendiente de escoceses y peruanos (que también tuvo familiares peleando en el bando contrario) sigue despertando polémica.
JOVEN IMPETUOSO
Carlos Condell nace en 1843 fruto de la relación entre un marinero mercante escocés y una dama peruana. En 1858 ingresa a la Escuela Naval con 15 años, siendo compañero de aulas de Arturo Prat. Es en ese contexto en que ambos marinos, por discusiones de juventud, sostienen un pleito que terminó con una mancha es sus hojas de comportamiento.
Al respecto Ximena Prado Dagnino, magister en historia y académica de la Pontificia Universidad Católica del Valparaíso nos cuenta que “Prat y Condell se conoce desde muy niños y fueron parte del famoso ‘curso de los héroes’ en donde varios de los alumnos se destacarían años después durante la Guerra del Pacífico. Además, está la anécdota que a ambos les ponen una anotación negativa por pelearse en clases. De eso hay registro”.
A sus 20 años le tocó participar en la Guerra Hispano sudamericana, combatiendo en la batalla de Papudo en 1865, donde la Armada chilena capturó a la goleta española Virgen de la Covadonga, la misma que 14 años después capitanearía Condell en el combate de Punta Gruesa.
INDISCIPLINADO
Pese a su trayectoria en la Armada y el hecho de haber sido veterano de guerra, Condell tuvo una relación distante con sus superiores, motivo por el cual dejó el servicio activo y se dedicó al comercio tanto en Chile como en Perú.
Para 1876 es reintegrado a la Armada, pero perdió su antigüedad. Mucho de esto tenía que ver con su personalidad poco apegada a las reglas. Según el cronista de la época Vicente Grez, “Condell es un mozo casquivano y turbulento. El típico marino de puertos alegres. Incapaz de doblegarse a las severidades de la disciplina militar y de comprender los grandes sacrificios y deberes, capaz de dar un escándalo, pero incapaz de hacer un prodigio”.
Fue por estas constantes indisciplinas que para el inicio de la campaña naval durante la Guerra del Pacífico, Condell (al mando de la Covadonga) y Prat (con la Esmeralda) quedan relegados a sostener el bloqueo de Iquique, mientras todas las joyitas de la Armada partían al Callao para bombardearlo.
Condell queda bajo la jerarquía de Prat. Es así que en la mañana del miércoles 21 de mayo a eso de las 7AM, cuando los vigías de la Covadonga divisan a los acorazados peruanos Huáscar e Independencia, Prat ordena a Condell “Seguir mis aguas”, es decir “quédate a mi lado y haz lo que yo hago”.
No obstante al inicio del combate y tras ser atravesada su nave de banda a banda por un proyectil disparado por el Huáscar, Condell emprende la huida rumbo al sur, dejando solo a Prat frente al adversario. No obstante la maniobra, la fragata blindada Independencia va en su persecución.
“¡Pero qué hace Condell!!” se le oyó decir a Prat al ver a su compañero desobedecer sus ordenes.
COMBATE DE PUNTA GRUESA
Comienza la persecución de la Independencia contra la Covadonga. Pese a que la fragata peruana intenta espolonear a la pequeña nave, Condell logra que esta navegue por aguas bajas, haciendo incluso rozar su quilla con los escollos.
La nave adversaria mordió el anzuelo, y al seguir a la Covadonga por los mismos escollos, su inmensa dimensión hizo que simplemente varara entre los roqueríos, quedando completamente fuera de combate. Al advertir esta situación, Condell ordenó virar nuevamente hacia el malherido blindado y ordenó cañonear la cubierta hasta destruir al buque.
Tras esto, decide regresar a Iquique para auxiliar a Prat (a esas altura ya estaba muerto y la Esmeralda hundida) pero al advertir que el Huáscar se le acercaba desde la distancia, volvió a enfilar al sur, llegando al día siguiente a refugiarse en Tocopilla.
Esta enorme batalla ganada por Condell (la Independencia era uno de los dos barcos más poderosos del Perú, en cambio la Esmeralda era la nave más endeble de Chile) hizo que prácticamente su fama de marino disoluto se olvidase.
Al respecto la historiadora Ximena Prado Dagnino explica que “el carácter de Condell era complementario al de Prat, lo que hace que entablen una asociación muy interesante, porque siendo Prat muy introvertido y Condell muy extrovertido, se sustentan el uno al otro. Por eso el comandante Williams Rebolledo no le tenía mucha estima a estos dos capitanes, pues parecía que el carácter de ambos no se acoplaba a lo que demanda la disciplina militar, y por eso los deja relegados en Iquique. Aún así, es fascinante que sin contar con la confianza del jefe, se convirtieron los personajes más trascendentales de la historia del país”.
Combate de Punta Gruesa