El 6 de febrero de 1906, alrededor de 50 obreros (entre los cuales hubo algunas mujeres) fueron ejecutados en un tiroteo perpetrado en el centro de Antofagasta. ¿Los ejecutores? guardia civil (civiles armados por empresarios particulares) y personal de la marina de Chile de ese entonces. Acá el contexto.
El inicio del siglo XX fue especialmente álgido para el norte de Chile. Tras la Guerra del Pacífico, surgieron cientos de salitreras las cuales demandaron gran mano de obra, por lo cual inmigraron a la zona cientos de familias sureñas en busca de un mejor porvenir.
En ese contexto, la empresa Ferrocarril Antofagasta Bolivia demandó gran cantidad de obreros para extender rieles que conectaran las salitreras con el puerto (punto de exportación) y el contingente que logró agrupar no fue menor. Pero las condiciones laborales eran bastante precarias.
Hecho el contexto, en 1906 los obreros de dicha empresa demandaron media hora más en su horario de colación, el cual era de una hora. Es decir, demandaban hora y media. Según el extinto historiador y exalcalde de Antofagasta, Floreal Recabarren (quien relató los hechos para una edición de La Estrella de Antofagasta en febrero del 2016) muchos obreros iban a sus hogares a comer, por lo cual entre el tiempo en ir a sus casas y después regresar, solo le restaban unos 20 minutos o menos para almorzar.
Se inician las negociaciones
Hecha la petición a la empresa del Ferrocarril, comenzó el tira y afloja entre trabajadores y administradores, en ese entonces ingleses. En palabras de Recabarren, las exigencias hacen eco en el resto de las mancomunales obreras de la ciudad (desde 1900 que los trabajadores venían sindicalizándose) por lo cual varios gremios adhirieron a la petición de los obreros del ferrocarril y la huelga se hizo general.
“Aunque se hacen los intentos de ambas partes (empresa/trabajadores) la huelga se hace general. Esto culmina en una paralización que comienza a fines de enero de 1906 en donde adhieren también los portuarios y ya la agitación es total”, dijo el fallecido Recabarren.
Los empresarios, temiendo que las turbas enardecidas avasallasen contra el comercio y la empresa misma, piden al intendente de ese entonces, Daniel Santaelices, armar a un grupo de ciudadanos a los cuales llamaron “guardias blancas”, es decir, civiles armados.
La matanza
El 6 de febrero, los dirigentes obreros citan un mitin (convocatoria donde se realizan discursos) en Plaza Colón a las 14:00 horas. Estos acontecimientos desembocaron en distintos disturbios y ataques contra algunos locales comerciales.
Según el diario El Comercio “En la mañana un grupo de huelguistas apedreó y después destrozó una máquina del ferrocarril sin que las fuerzas supiesen contenerlos. Más tarde como a las 2 PM, otro grupo de gente anónima que nunca falta en estos casos, asaltó una carreta cargada de cajones de cerveza y que pasaba por la calle Prat entre las de San Martín y Latorre”.
Así las cosas y sin antecedentes precisos de los hechos (El Mercurio de Antofagasta recién se fundó en diciembre de ese año), a eso de las 18:30 un miembro de estas guardias blancas hizo un tiro al aire. Muchos de los obreros temiendo un tiroteo masivo corrieron en masa en dirección hacia el puerto, bajando por calle Sucre (al costado norte de Plaza Colón).
En el puerto, un piquete de marinos del buque Cochrane (histórico navío de la Guerra del Pacífico que capturó al Huáscar en octubre del 1879) que habían llegado al puerto en medio de las negociaciones, temiendo un ataque de los trabajadores, dispararon a matar contra los trabajadores.
Muchos obreros cayeron en el acto y otros tanto murieron al ser pisoteado por quienes corrían despavoridos. Algunos trataron de resistir, lo que suscitó otra ráfaga de tiros. La sangre corrió como riachuelo desde la pendiente de calle Sucre para desembocar en el mar.
Desenlace
Hasta hoy las cifras no son exactas. Si bien los diarios obreros de la época citaron a más de mil muertos (cosa improbable puesto que el mitin no congregó a más de 600 personas según documentos de los mismos gremios) los caídos de esa jornada rondarían las 50 personas. Wikipedia cita entre 48 a 300 muertos.
En el cementerio de Antofagasta reposan tres de estos caídos que fueron identificados. Juan Rodríguez, Jorge Fletcher y Ricardo Rodgers, este último de 21 años.
Pero la tragedia no bastó. Poco más de un año después se ejecutó la matanza de Santa María de Iquique (diciembre de 1907) y en 1921 la matanza de la oficina salitrera de San Gregorio. Calama en línea honra hoy la memoria de esos anónimos que cayeron en las lides por la mejora de las condiciones de los trabajadores de hoy.