Este viernes 20 de agosto se conmemorará el 243 aniversario del natalicio de Bernardo O’Higgins Riquelme, uno de los próceres de la independencia latinoamericana que lideró el ejército de la incipiente república de Chile durante la campañas de la independencia, entre 1813 a 1820 (pese a que la independencia se declaró en 1818, los combates prosiguieron) para posteriormente convertirse en Director Supremo, hasta su abdicación en 1823.
O’Higgins junto con Prat ha de ser uno de esos pocos personajes históricos que uno retiene en su memoria una vez salido de la escuela. No obstante su vida, hasta el día de hoy, se halla inmensa en un halo de misterio que aún los historiadores tratan de descifrar.
Uno de estos, que O’Higgins manejaba el mapudungun. Su padre Ambrosio O’Higgins, fue un destacado funcionario de la Corona Española ya que parlamentaba con los indómitos mapuches para mantener la paz en la entonces Capitanía General de Chile –nombre del Chile no independiente-, por lo que no es raro que el pequeño Bernardo se criase con pequeños mapuches.
Además en su juventud, Bernardo viajó a Europa para recibir formación en Inglaterra, motivo por el cual se puede decir que era un políglota al manejar más de un idioma. No obstante, de su conocimiento del mapuche, quedó registro por parte de una amiga británica que lo visitó en Chile una vez que éste ya era Director Supremo, en 1822.
La Carta
“Bernardo” libro biográfico de O’Higgins escrito por el periodista e investigador Alfredo Sepúlveda, explica que cuando el libertador regresó de Europa para hacerse cargo de la hacienda que le heredó su padre, en Las Canteras (en el BioBío), llevaba una muy buena relación con los loncos de la zona, con quienes solía compartir, hablando en su idioma. También se comunicaba de esta manera con inquilinos mapuches que trabajaban en su fundo.
Además, Sepúlveda cita una carta escrita por una amiga de juventud de O’Higgins quien lo conoció en sus años de estudios en Londres y que años después, le visitará en su hacienda en Chile, escribiendo sobre su estadía en el país.
La joven llamada Mary Graham describe que un día, mientras charlaba con O’Higgins, un par de pequeñas mapuches llegan corriendo a Bernardo para abrasar sus piernas. Décadas después se diría que una de las niñas incluso era su hija.
“Algunas muchachitas de aspecto salvaje entraron en la sala, corriendo hacia él y se abrazaron de sus rodillas y supe que eran indiecitas huérfanas salvadas de morir en los campos de batalla (…) El Director les dirigió la palabra en araucano para que yo oyera hablar este idioma, el cual me pareció armonioso y agradable, quizá, en parte a la suavidad de sus voces infantiles (…) He quedado encantada del modo tan noble y humano con que les habla”.