Hoy se cumplen 143 años de uno de los episodios más polémicos de la Guerra del Pacífico que aún es punto de controversia en la historiografía peruana y boliviana, pero casi desconocida por la chilena.
La “Contra marcha de Camarones” o “Retirada de Camarones” corresponde al día en que tropas bolivianas comandadas por el presidente de ese país, Hilarión Daza, que venían desde Arica para reforzar al ejército peruano (acantonado en Tarapacá) dieron media vuelta en la Quebrada de Camarones y regresaron a Arica, dejando a su aliado sin apoyo militar dando como consecuencia la derrota de éstos en la batalla de Dolores tres días después.
Inclusive la historiografía boliviana tacha el hecho de “ominoso”, como el destacado historiador altiplánico Roberto Querejazu en su libro “Guano, salitre y sangre”. Pero ¿cuál fue el contexto y el motivo de este comportamiento que resultó crucial para que Chile se apoderase de la región de Tarapacá?
Alianza
1879, Guerra del Pacífico. Chile declara la guerra a Perú y Bolivia. Estos dos con pactos de alianza van a la guerra con Chile principalmente por el control de las regiones ricas en guano y salitre. Terminada la campaña marítima con la captura del Huáscar en octubre de ese año el ejército chileno desembarca en Pisagua el 2 de noviembre para así penetrar a territorio enemigo.
Bolivia era gobernada por el general Hilarión Daza, quien llegó al poder mediante un golpe de Estado. Perú, por Ignacio Prado. Estos dos mandatarios decidieron concentrar sus fuerzas en Tarapacá para detener la invasión.
Mientras unos 2 mil peruanos se encontraban en la zona de guerra (teatro de operaciones) comandados por el general peruano Juan Buendía, desde Arica el mismo Hilarión Daza se aprestaba a comandar un contingente boliviano también de unos 2 mil combatientes para reforzar a las tropas de Buendía.
La marcha
EL historiador boliviano Roberto Querejazu explica que la marcha desde Arica inició el 11 de noviembre y a lo más en cinco días se estimaba que el contingente debía reunirse con su aliado en Agua Santa o en la oficina de Dolores (adyacente al puerto de Pisagua, ya ocupada por Chile).
“La marcha debía hacerse en las noches o en los amaneceres y atardeceres, es decir, evitándose el azote del sol y el calor del día. Sin embargo, el General Daza inició su ingreso al desierto a las 9 de la mañana. Como agravante de tan craso error dejó que los soldados, que durante los tres días de permanencia en Arica habían bebido vino en exceso, llevasen sus cantimploras llenas de esa bebida, en vez de agua”, escribió.
Los efectos de caminar bajo el tórrido sol del desierto arenoso (con muchos de las tropas descalzas o con ojotas) diezmó la moral del contingente, sufriéndose deserciones y pérdidas de vida producto del cansancio y la sed.
El 14 de noviembre los caminantes llegaron a la Quebrada del río Camarones, intermedio entre las regiones de Arica y Tarapacá en donde reposaron por dos días. Según Querejazu “Daza telegrafió a Arica, al Presidente Mariano Ignacio Prado, un mensaje que decía: “Desierto abruma. Ejército se resiste a continuar. No hay víveres”. El desierto abrumaba porque se marchaba en las horas de sol. El ejército no había hecho ninguna manifestación para no seguir avanzando. Víveres existían en cantidad suficiente”.
El general Daza convocó a una reunión a sus oficiales, y ante el estado calamitoso de la tropa se resolvió volver a Arica. El historiador peruano José Basadre cuenta que “El 16, después de 48 horas de descanso en Camarones, jefes, oficiales y soldados emprendieron el camino de vuelta a Tacna. Lo hicieron en mejores condiciones físicas que en sentido contrario, más moralmente desalentados, confundidos, sin poder comprender las razones que determinaron que su Capitán General, que días antes les manifestó que iban en pos de gloria, los hacía retroceder arrastrando una gran vergüenza. Cuando pasaron por el puerto de Arica fueron insultados por la población peruana. En la ciudad de Tacna, asimismo, encontraron que las demostraciones de aprecio y admiración con las que se los despidió la semana anterior, eran ahora gestos y palabras de hostilidad y desprecio”.
Consecuencia
La retirada le costó al Perú perder la región de Tarapacá dado que al quedar sin el apoyo militar boliviano, el ejército de Buendía fue prácticamente barrido en la batalla de Dolores, acaecido tres días después, el 19 de noviembre.
Chile y Perú volvieron a enfrentarse el 27 de ese mismo mes en la quebrada de Tarapacá, resultando esta vez prácticamente aniquilado en ejército de Chile, específicamente el Segundo de Línea comandado por Eleuterio Ramírez, quien fue ultimado junto a sus tropas.
Hilarión Daza fue depuesto en diciembre de ese año y se exilió en Francia. Ya terminada la guerra retornó a su país para dar explicaciones de su comportamiento durante la primera etapa del conflicto, sin embargo antes de esgrimir motivos, fue asesinado en febrero de 1894.
Bolivia y Perú enfrentaron militarmente a Chile por última vez el 26 de mayo de 1880 en la batalla del Alto de la Alianza en Tacna. Ganado el combate por Chile, Bolivia se marginó militarmente del conflicto, quedando los siguientes tres años de guerra batiéndose solo Perú y Chile.