En total fueron 31 los y las participantes, cuyas obras se dividieron en dos categorías: de 3 a 6, y de 7 a 12 años. Tras un anuncio interno compartido por sus dirigentes(as) vecinales, los protagonistas más pequeños de esta red solidaria pudieron graficar en una hoja de papel la realidad que han presenciado este año.
“En su sinceridad e inocencia, manifestaron lo que han estado viviendo terriblemente estos últimos meses, donde hablan de un Estado que los ha abandonado junto a sus familias. Cómo no emocionarse frente a todos esos sentimientos tan puros de aquellos niños y niñas”, señala Miguel Veliz, presidente del Sindicato de Trabajadores Nº3 de Codelco Chuquicamata, que fue parte del jurado.
En esta misión lo acompañaron Juan Galindo, tesorero Sindicato de Trabajadores SGS Minerals, Ruth Carranzana, de la Coordinadora por la Defensa del Río Loa y la Madre Tierra, Alejandro Lara, aportante particular y David Vera, profesor de artes y miembro del Colegio de Profesores; todos ellos donantes permanentes de la agrupación, que entrega alrededor de 800 raciones de almuerzo semanales, a distintos sectores de la comuna.
Así como cada uno de estos territorios comparte carencias, también tienen en común la fortaleza y convicción de sus dirigentes y dirigentas que, dada la necesidad en una comuna abandonada históricamente, decidieron reunirse en sus sedes y literalmente “parar la olla”.
Ante la crudeza de la realidad que han enfrentado por casi un año, sus vecinos y vecinas valoran el espacio y cada instancia que se ha gestado en esta red. “El concurso me pareció una buena iniciativa para los niños, porque los ayudó a motivarse y hacer cosas distintas. Siempre están haciendo sus tareas, pero ese dibujo para ellos fue algo especial, porque dibujaron algo que estaban viviendo. La olla común significó mucho, bastante, nos ayudó mucho por todo lo que pasamos con la pandemia, por los momentos difíciles que uno ha pasado, sirvió bastante, así que estoy bien agradecida con la vecina Sofía por la buena obra que hizo con su olla común”, comenta Nataly Alvarado, madre de Darlyn Cortés de 5 años, que obtuvo el primer lugar de su categoría. “Es tan chiquitita que jamás pensé que sería una de las ganadoras, pero estoy muy agradecida por eso. Ella quedó demasiado feliz con su bicicleta”, relata.
Aunque se entregaron diez menciones honrosas a quienes obtuvieron calificaciones destacadas, solo hubo dos primeros lugares. En el caso de la categoría mayor, la ganadora fue Tamara Peñaloza, que a sus 10 años tiene plena consciencia del valor de esta red. “Lo que más destaco de la olla común, por mí y mi familia, es la generosidad y el tiempo que se dieron para cocinar para nosotros y muchas más personas. Es algo muy admirable. Siempre me ha gustado dibujar, pero no pensé que ganaría, ya que solo hice un dibujo de lo que sentía. Yo creo que mis vecinos, al igual que yo, se sintieron apoyados, porque no muchas personas se dan el tiempo de hacer algo así por los demás”, manifiesta.
Pese a que las primeras ollas surgieron en el mes de marzo, potenciadas por las necesidades que generaron los efectos de la pandemia y cesantía, la precariedad según señalan voluntarios de la agrupación, venía de antes y se ha visto complicada durante el último periodo, en que han bajado considerablemente los aportes.
No obstante, hay agrupaciones sindicales que se mantienen vinculadas de manera constante. “Nosotros también estamos siendo duramente golpeados por políticas antisindicales, pero estamos más unidos que nunca enfrentando la arremetida gubernamental y los despidos. Hoy todo nos hace mayor sentido, porque estamos conectados con las necesidades de las ollas comunes. Vamos a seguir estando agradecidos de que nos permitan colaborar, porque a diferencia de otras mineras, los trabajadores de Chuquicamata somos todos calameños y tenemos a nuestras familias acá”, explica Miguel Veliz, cuyo sindicado ha sido uno de los principales donantes de La Olla Común Calama, permitiendo mediante aportes de este tipo, y el trabajo de dirigentes(as) y voluntarios(as), dar tranquilidad a un sector importante de la población loína, en su mayoría integrado por niños, niñas y adultos(as) mayores.
Comprendiendo que la crisis no se ha superado, desde la agrupación realizan un llamado a particulares, empresas, gremios y agrupaciones sindicales, a acercarse a conocer el trabajo de los territorios en que están presentes, y a aportar para seguir permitiendo que cientos de familias de la comuna de Calama, sigan recibiendo una muestra de dignidad, reflejada en un plato de comida.