Por mucho tiempo el Tiranosaurio Rex fue considerado el dinosaurio carnívoro más letal de su época. Y en realidad lo sigue siendo, pero dentro del grupo que vivía en tierra firme, porque bajo el agua habitó en la era cretácica un verdadero monstruo que tenía una mordida cuatro veces más poderosa. Se trata del Pliosaurio, una criatura acuática que medía 15 metros de largo y poseía una mandíbula de tres metros de longitud con una hilera de 30 filosos dientes. Su peso podía llegar hasta 45 toneladas, lo que no era impedimento para desplazarse a gran velocidad detrás de alguna presa, gracias a la propulsión que le brindaban sus aletas delanteras y traseras.
Lo cierto es que este espécimen no estaba emparentado directamente con los dinosaurios, sino que más bien es un antepasado lejano de los actuales lagartos, estos reptiles veloces y juguetones que abundan en nuestro Desierto de Atacama, el mismo lugar que hace 165 millones de años conformaba el suelo oceánico, cuando el nivel de este terreno estaba varios cientos de metros más abajo, pues recién comenzaba a elevarse por la formación de las cordilleras de la Costa y de Los Andes producto de la convergencia de la placa de Nazca por debajo de la Sudamericana.
“Calama estuvo sumergida en el mar. Hace 160, 170 millones de años atrás estos eran fondos marinos con una gran diversidad de fauna hoy extinta, que fue un ambiente propicio para el desarrollo de algunos reptiles marinos que hoy día estamos encontrando”, indicó Osvaldo Rojas, director del Museo de Historia Natural y Cultural del Desierto de Atacama.
Y uno de estos reptiles descubiertos en las cercanías de Calama es el Pliosaurio, puntualmente en el sector de Cerritos Bayos, donde un equipo de paleontólogos de la Universidad de Chile, en conjunto con el Museo de Historia Natural y Cultural del Desierto de Atacama, comenzó a desenterrar a fines de 2018 restos de una aleta y un cráneo pertenecientes a uno de estos gigantescos animales prehistóricos.
A este descubrimiento se sumaron después nuevos hallazgos, como dos especies de plesiosaurios, otro tipo de reptil marino que habitó nuestra zona entre 220 y 175 millones de años atrás. Los restos encontrados corresponden a tres especímenes, dos Muraenosaurus y un Vinealesaurus, los que también fueron desenterrados en las campañas llevadas a cabo por los paleantólogos de la Universidad de Chile en conjunto con el Museo local.
Los vestigios de Muraenosaurus son los que revisten mayor importancia, pues es un tipo de animal prehistórico que no se había hallado en la zona con anterioridad. “Es un ejemplar extremadamente grande y de un tipo que nunca habíamos encontrado. Tiene ciertas divergencias, como ancho de cráneo, envergadura y el hábitat, eso es muy importante porque siempre habíamos encontrado especies que son de ambiente más somero, pero en realidad este es el ejemplar que nos muestra la cúspide de la pirámide biológica que existió en estos mares”, manifestó el director del Museo.
Rojas además explicó que dentro del gran corredor oceánico que se formó entre las cordilleras de La Costa y de Los Andes que recién estaban elevándose, se produjo una gran variedad de vida marina con un ambiente propicio para el desarrollo de múltiples especies de reptiles, peces gigantes, conchas y amonites, que se han estado clasificando actualmente a través de las distintas investigaciones llevadas a cabo en la vastedad de nuestro desierto, un lugar lleno de riqueza, no solo mineral, sino paleontológica y cultural, que no nos deja de sorprender.