Cualquiera que haya visitado algún cementerio de las abandonadas oficinas salitreras identificará que, en la mayoría de sus sepulcros, lucen oxidados arreglos florales confeccionados en base a hojalata. Este es uno de los últimos vestigios de la tradición pampina que acostumbraba a dejar este tipo de arreglos en las sepulturas de sus deudos, para que perdurasen el paso del tiempo.
Las confección de flores de hojalata para ornamentar los sepulcros es una tradición que se remonta a la época salitrera. Si bien no está claro desde cuándo comienza masivamente su utilización, sí se sabe que esta venían desde los tiempos de la extracción con el método inglés del caliche (sistema Shanks), el cual se remonta a fines del siglo XIX.
En la actualidad, solo los cementerios costeros de Cobija y Gatico lucen este tipo de ornamentos de más reciente data, pero en la mayoría de los camposanto que se hallan a un costado de las abandonadas oficinas salitreras, estas viejas flores oxidadas datan de la primera mitad del siglo XX.
Cementerio de los apestados
Uno de los que más luce este tipo de arreglos, es el cementerio de los apestados, ubicado entre Calama y Antofagasta. La historia en particular de esta camposanto la puedes leer aquí, pero en efecto, este es el que más ostenta estas figuras debido a que la mayoría de sus muertos eran niños que fallecieron por la peste bubónica.
El grupo Caminantes del Desierto (organización que se dedica a visitar lugares patrimoniales de la región) destaca en su sitio que “cuando llegaban las pestes, por este desierto, los primeros en marchar de esta vida fueron los angelitos; seguidos por los jóvenes e inclusive por los más ancianos. Eran tantos y en tan poco lapso de tiempo, que – en sus dolientes – ya no quedaron lágrimas por verter ni divinidad a quién culpar, solo procuraron el espacio para su descanso, la mortaja doliente y la madera en donde atesorar sus restos. El tiempo y el progreso hicieron su trabajo condenando al olvido – y al saqueo – aquellas historias. En la actualidad son las manos de las mujeres nortinas las que aún sostienen este recuerdo, son aquellas manos las que elaboran estas frágiles y delicadas flores – de hojalata – para perpetuar su memoria, cuales madres en su tiempo”.
En la actualidad, unas pocas mujeres ya mayores de Tocopilla se dedican a este menester para visitar a sus deudos del cementerio de Gatico el día de Todos los Santos, depositando este tipo de ofrendas, el cual ya desaparece día a día con la partida de los más viejos pampinos.