Son más de 200 oficinas salitreras las que se hallan desperdigadas entre las regiones de Antofagasta y Tarapacá. Pese a que retenemos nombres como Pampa Unión, Baquedano o Humberstone, lo cierto es que su toponimia es más inquietante puesto a que expone una mezcla de necesidad humana, reverencia a una guerra que hizo posible el auge y un guiño a sus propietarios.
Esto, porque en el libro “Auge y ocaso de una era histórica” del investigador y académico de la Universidad Católica del Norte, José Antonio González, se citan diferentes fuentes de la época que explican los bautizos de dichos asentamientos.
El libro expone que en su necesidad de sobrevivir en parajes tan hostiles como el desierto “En la pampa, como en la montaña, los nombres geográficos señalan el pensamiento y las etapas de esfuerzo de la lucha por la vida. Algunos nombres revelan las angustias de sus habitantes. Por ejemplo, la preocupación constante por la escases del agua potable llevó a que oficinas fuesen bautizadas como Aguas Blancas, Aguas Buenas, La Noria, Mapocho, Centro lagunas”.
Asimismo el llamado a la “esperanza de que no todo era tan terrible” maquilló la realidad con nombres como; Buena Aventura, Bella Vista (Todo era árido), Buena Esperanza, Esperanza, Pampa Rica, Prosperidad, Progreso, Buen Retiro, Pampa Unión (cuando se iniciaban las primeras revueltas obreras), Democracia, Constancia, Salvadora, Resurrección entre otros.
En la misma línea, en un afán de contar con protección beatífica: San Antonio de Zapiga, Santa Laura, San José, San Francisco, Santa fe, etc.
Guerra del Pacífico
En segundo lugar, los guiños a nombres relacionados con hechos de armas que llevaron a Chile a conquistar los ricos territorios entonces explotados.
En 1879, un importante “matanga” por parte de Chile hacia Bolivia y Perú hizo que se bautizasen oficinas halagadoras al ejército como Chacabuco (batalla independentista), Baquedano (general que tomó Lima) Arturo Prat, Sargento Aldea, Aníbal Pinto (el presidente que hizo la declaración de guerra), Cochrane (buque que capturó al Huáscar) Carlos Condell, José Francisco Vergara y Miraflores (batalla previa a la toma de Lima).
Por último el guiño a los propietarios. Solo por destacar a los más recordados, la oficina Humberstone (por el inglés Santiago Humberstone), María Elena (por Mary Ellen Cotton, esposa del primer administrador del lugar, Elias Cappelen Smith), Tranque Sloman (Alemanes) y Coruña (Españoles).
Al 2020, solo María Elena se mantiene habitada. El resto desapareció juntó a sus habitantes, quedando solo sus nombres registrados y archivados para, quizás también desaparecer en el olvido.