Este 27 de noviembre el país conmemora por primera vez en el país el Día Nacional de las Cantineras, efeméride promulgada en junio de este año, cuyo objetivo es honrar al contingente femenino que participó apoyando a las tropas de infantería del Ejército de Chile durante la Guerra del Pacífico.
Esta efeméride surgió gracias a un proyecto que fue presentado por la calameña Ana Olivares Cepeda en 2016. Ana, integrante de la agrupación historica Los Viejos Estandartes inició las gestiones para resaltar la vida de mujeres como Irene Morales, Juana López, Filomena Valenzuela o María Quiteria Ramírez, quienes siguieron a las tropas durante el conflicto en calidad de enfermeras, pero que también en algunos casos -como el de Irene Morales-, tomaron las armas y participaron en batallas.
Sobre este acontecimiento, Ana Olivares expresa que “este es un hito importante que viene tras 143 años de omisión histórica e invisibilización. Por fin se hace justicia, se revindica y se dignifica el legado de la mujer chilena entre 1879 y 1884, ya haya sido en su forma de cantinera oficial, como camarada o como aquellas que se quedaron en Chile bordando los estandartes, preparando vendajes, atendiendo a los enfermos de la guerra, las que estuvieron a cargo de los orfanatos, aquellas que tuvieron que arar la tierra porque su esposo estaba en la guerra, todas aquellas filántropas que donaban sus dineros y organizaron actividades y todo para ir en ayuda de las necesidades que se debían cubrir durante este conflicto”.
¿POR QUÉ EL 27 DE NOVIEMBRE?
Fue el 27 de noviembre de 1879 (año del inicio del conflicto) cuando las hasta entonces victoriosas tropas chilenas que venían ganando terreno a la alianza de Perú y Bolivia desde el desembarco de Pisagua, fueron prácticamente masacradas por los restos de las tropas de la alianza en la Batalla de Tarapacá.
Fue en esa cruenta jornada donde el teniente coronel Eleuterio Ramírez, comandante del 2do de Línea, fue acorralado junto a un grupo de malogrados soldados en una casona de adobe ubicada en el sector de Huarasiña, donde un grupo de cantineras -se sabe de al menos tres- habían improvisado un hospital de campaña para atender a los heridos.
La vivienda fue rodeada por los enemigos y tras una fiera resistencia todos sus ocupantes, incluso las cantineras, fueron masacrados y posteriormente despedazados y quemados.
“EL PAGO DE CHILE”
Muchas de las cantineras que sobrevivieron al conflicto tuvieron ingratos destinos, pues el Estado no les compensó su participación en las batallas, falleciendo la mayoría de ellas en la más absoluta pobreza, como Irene Morales, quien murió de neumonía abandonada en el hospital San Borja, en Santiago.
Mas revelador resulta la carta de la cantinera María Quiteria, quien participó en la batalla de Tarapacá, siendo capturada y encarcelada por los peruanos. Años después de la guerra, la ya anciana veterana envió una petición de auxilio al Gobierno de Chile para mitigar su miserable situación. Escribió lo siguiente…
“En el mes de octubre de 1879 me embarqué para Antofagasta y el 14 del mismo mes, después de una entrevista con el valiente Comandante Don Eleuterio Ramírez fui aceptada y me incorporé como primera Cantinera del Regimiento 2º de Línea, donde participé en las acciones de Pisagua, Dolores y Tarapacá, donde caí capturada (…) Hice a pie la travesía de Tarapacá a Arica prisionera del General Buendía; la toma de Arica por nuestros valientes soldados me dio la libertad, olvidé mis sufrimientos y volví a incorporarme en mi mismo Regimiento, el 2º de Línea. (…) Regresé a Chile con parte del Ejército el día 14 de Marzo de 1881 y mi salud quebrantada por tantas fatigas me puso a las puertas de la muerte después de haber escapado a las balas; una horrible enfermedad del hígado y una fiebre terciana tenaz, habrían dado fin a mi vida si no hubiese hallado la mano caritativa de una comisión que daba auxilio a los heridos y que me atendió generosamente hasta ponerme fuera de peligro. Vengo ahora señor en solicitud de los sueldos o recompensas en que puedo ser acreedora por los servicios que he prestado en el Ejército y suplico a US. pida informe a los Jefes de mi Regimiento que actualmente están en Santiago mi Coronel Don Miguel Arrate, mi Mayor Sr. Don Pedro Nolasco del Canto. Quedaré eternamente agradecida de cuanto se haga por mi, viviendo hoy día como vivo en la mayor indigencia”.
La carta nunca fue respondida y la anciana, tal como temía, murió en la indigencia.
Por esta razón, la iniciativa de esta nueva efeméride en el calendario de Chile es poder dar al menos una instancia de recuerdo a estas anónimas mujeres, cuyos nombres en su mayoría ni siquiera se conservan.
“Finalmente, eso es lo que se quiere rescatar con esta ley, no encasillarlas solamente como un grupo de mujeres, sino que más bien a todas, y además empezar a sacar desde el anonimato a muchas otras cuyos relatos se mantienen en la oralidad de la transmisión familiar. Y también en la información territorial en diferentes regiones de nuestro país, y así empezar a visibilizarlas, hacerlas parte de la historia, homenajearlas, porque ellas se lo ganaron con su vida hace 143 años atrás. Ser parte este año 2022, como el primer año conmemorativo, es un hito. Y solamente se hace porque se les debía, así de simple. Se les debía a nuestras mujeres cantineras, camaradas, enfermeras, mensajeras, y más”, agregó Ana Olivera.