Ya a estas alturas, casi nadie es indiferente a la existencia del Pucará de Quitor, una serie de estructuras rocosas conformada por murallones desperdigados sobre un peñón ubicado a dos kilómetros al norte de San Pedro de Atacama, constituyendo uno de los hitos turísticos para quien visite el poblado.
Pero más allá del mero atractivo visual, el Pucará es una de lo de los más completos vestigios de cómo se organizaba la sociedad prehispánica de Atacama la Grande, la cual agrupa en una determinada área la vida familiar y también “militar”, al ser también refugio para guarecerse de ataques de otros clanes o invasores.
Al respecto la página del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) cita que “los vestigios permiten afirmar que se trató de una cultura agro alfarera, dedicada al cultivo del maíz, la papa y la quínoa, además de la ganadería de auquénidos como llamas y vicuñas. Destacaron por la elaboración de fina artesanía en cerámica y telar, además del trabajo en cobre. Los atacameños se distribuyeron en distintas comunidades que siguieron un desarrollo histórico y cultural independiente, no obstante compartieron elementos culturales, principalmente el uso del idioma común, el Kunza”.
Características
Recordemos que en el siglo XV, los Likan Antai fueron conquistados por los incas, incorporando nuevos elementos a su cultura tradicional. Los pucará o púkara, fueron construcciones características de los atacameños, que cumplían la función de protección de las aldeas al estilo de un fuerte o fortaleza. Se edificaban con piedras y se componían de murallas con subdivisiones internas para vivienda, acopio y otras funciones.
Al respecto, el CMN explica que en los vestigios del Pucará de Quitor evidencia que se trató de una fortaleza, edificada en una pendiente que alcanza una altura de 80 mt., se compone de murallas organizadas en forma de terrazas circulares o cuadradas desde las que se alcanza una vista panorámica el valle. En su interior, el pucará posee distintas subdivisiones que habrían servido como viviendas, refugio de animales y bodegas, todas ellas conectadas por laberínticos pasillos con escaleras.