El hospital Roy H. Glover abrió sus puertas el 21 de agosto de 1961, prolongando su existencia durante 40 años. Fue construido gracias a la inversión de norteamericanos que trabajaban en el campamento minero de Chuquicamata. En sus cuatro décadas de vida, fue considerado como el más grande de Chile y uno de los más grandes de Sudamérica, sin embargo, cuando se dio la orden de cerrar el campamento, el centro clínico fue clausurado y enterrado quedando olvidado bajo los escombros.
Desde tiempos precolombinos el cobre se situó como una materia prima abundante en el sector de Chuquicamata, los pueblerinos indígenas que siempre vivieron ahí lo ocupaban para su uso personal. Luego con la llegada de los españoles, no fue mucha la diferencia, ya que no existían métodos tecnológicos para extraer el material y procesarlo.
Fue hasta inicios del siglo XX cuando estadounidenses, mediante estudios en la zona redescubrieron -se sabía que existía una gran cantidad de mineral, sin embargo, empresarios chilenos jamás intentaron extraerlo debido a la falta de infraestructura tecnológica- el gran potencial que habría en la actual Región de Antofagasta. Fue así que los norteamericanos compraron estos territorios de alta demanda a empresarios chilenos. Considerando la electrización de Europa y Norteamérica, además de la Primera Guerra Mundial, en donde Los Aliados activaban la compra del cobre para las diferentes creaciones de armamentos.
En 1915 se extrajo por primera vez la atacamita (mineral oxidado de cobre característico de Chuquicamata que permite el método de explotación), trayendo consigo momentos de evolución económica, social y cultural para chilenos y estadounidenses.
Con la llegada de los norteamericanos y la creación de barrios, colegios, parroquias, además de los emblemáticos Estadio Anaconda, Club Chuquicamata, Teatro Chile, Teatro Variedades, Auditorio Sindical, se realizó la construcción del Hospital Roy H. Glover.
Construcción del Hospital Roy H. Glover.
Así fue como junto a la creación de su barrio estadounidense, que parecía una calle más de Florida -como cuentan algunos escritores-, se creó el primer hospital del campamento, el que quedó a pasos de este.
El recinto clínico contaba con 13 médicos, 4 matronas, 26 enfermeras y 66 auxiliares, entre quienes destacó el Dr. John Bradford.
Este último fue quien se dio cuenta de las falencias que presentaba el pequeño Hospital de Chuquicamata. Problemas como el reducido espacio físico, poca capacidad para atender especialidades y la gran cantidad de población en el campamento hicieron que John viajara hacia los Estados Unidos para pedir una mejoría en cuanto a la cantidad y calidad del lugar clínico.
Una vez en Nueva York, el Dr. Bradford fue presencialmente a las instalaciones de The Anaconda Company, empresa que era la dueña del mineral por medio de Chile Exploration Company. Allí fue donde se encontró con Mr. Roy H. Glover, vicepresidente de la mesa de directivos, quien escuchó su propuesta y decidió hacer suyo el proyecto.
Tras los argumentos presentados por Bradford, Glover pudo convencer al resto de directivos y presentó los planos correspondientes para así comenzar su edificación. El proyecto fue aceptado en 1955, y, entre 1956 y 1957, comenzó la construcción por tres largos años. Fue un domingo 21 de agosto de 1960, en una tarde cálida el día de su inauguración.
A pesar de nunca haber pisado territorio chileno, los encargados decidieron colocar el nombre del arquitecto que diseñó y luchó por la creación de este hospital, consolidándose así como “Hospital Roy H. Glover”, siendo a su vez dirigido por quien en Chuquicamata sintió la inquietud de pelear por algo más grande: el Dr. John Bradford.
Fueron 5 pisos de alto y 2 de subterráneo, subieron la dotación a 18 médicos y contaba con Rayos X, pabellón de operaciones, laboratorios y salas de parto. Con el tiempo se crearon las especialidades de neonatología y su respectiva UCI, UCI para adultos, hemodiálisis, oftalmología, traumatología, otorrinolaringología, psiquiatría, anatomía patológica, ecografías, dermatología, kinesiología, y el primer Scanner del país.
El hospital más grande de Chile y Sudamérica.
No es un mito cuando se dice que el hospital de Chuquicamata fue el más grande de todo el continente suramericano. Así lo detalla Ruth Moreno, quien fue parte de los 18 médicos del nuevo Roy H. Glover y quien vio nacer esta colosal obra de arte. “Ni siquiera en Santiago existía un hospital privado como el nuestro, como el de los trabajadores de Chuquicamata, en cuanto a atención e infraestructura”, y es que relacionado a esto último su material de construcción fue tan adelantado a la época que presentaba revestimientos de mármol en su frontis, unos jardines que parecían calles estadounidenses y un muro de cobre que llamaba la atención, además de una torre Eiffel, hecha a escala.
Para quienes vivían en Chuquicamata el contar con esta instalación médica era sin duda motivo de orgullo, comenta Ruth, “los trabajadores se sentían super realizados, el trabajador minero se veía identificado en él, no miraban hacia afuera, ya sea Antofagasta o Santiago, para tratarse porque ellos lo tenían todo acá”, añadiendo además que la realidad de los obreros del cobre en los años 60-70 era diferente a la que se vive actualmente; las relaciones en conjunto a los norteamericanos eran muy diferentes a las que se viven hoy.
Sin embargo, hablar del “Hospital más grande de Sudamérica” es complicado, ya que aún no se tienen estudios cuantificables que lo confirmen. Alejo Gutiérrez Viñuales, geógrafo argentino y autor del libro “Chuquicamata: Evolución urbana y Patrimonio” hace mención que “al momento de su creación (1960) tuvo las tecnologías más modernas de Sudamérica en cuanto a atención e infraestructura y así lo reseñó la Compañía en ese momento (Chile Exploration Company)”.
Pero, también fue duro en afirmar que no hay datos concretos que lo verifiquen, “basta con ver el Hospital de Clínicas de Buenos Aires o los Hospitales públicos de Montevideo y San Pablo para corroborarlo. Sí puede estar entre los más grandes, pensando en una lista de 15 o 20. Sí, debe haber sido el más grande para un enclave minero y de carácter privado, pero habría que verificarlo comparándolo con otras ciudades campamentos de Sudamérica”.
Cierre del hospital Roy H. Glover
En el año 2001, se dio la orden de terminar las labores en el hospital debido al próximo cierre del campamento de Chuquicamata. Uno de los motivos del abandono del campamento minero se debía al resguardo de los trabajadores y sus respectivas familias, ya que podrían contraer enfermedades por el plomo u otros desechos de extracción en concordancia con la expansión de la mina (hoy la minera opera prácticamente en el mismo campamento). La causa más grande de por qué el Hospital Roy H. Glover fue sepultado, es por el hecho de la expansión de la mina de Chuquicamata y a la creación del Botadero 95 que esta trajo consigo.
Muchas veces pensamos en cómo es posible que se hayan mantenido en pie los edificios clásicos del poblado chuquicamatino y por qué no corrió con misma suerte el Hospital. Según Ruth “esto en algún momento se pensó, pero por ley no se podía preservar el hospital ya que el riesgo era alto producto de la extensión de la mina”. Esto debido a que quienes fueron los encargados de encontrar el lugar idóneo para construir el hospital Roy H. Glover no vieran los posibles problemas que traería a futuro.
Tampoco se contaba con que la minera y su producción fueran a agotarse donde se estaba acostumbrado a extraer la materia prima. Situación que alertó a los gerentes de la época y decidieron ampliar el rajo abierto hacia el sector de lo que era la instalación médica.
Para Gutiérrez Viñuales, el mantener el edificio era claramente un devenir económico para la minera. Hace mención que las infraestructuras del Hospital siempre fueron de la empresa y que si algo quiere rescatar la gente debe ser el material intangible de éste. “Lógicamente, todo tuvo sus razones financieras detrás, ese es el rol de la empresa, más al ser del Estado y que debe pensar en el beneficio colectivo del país. En ese contexto, la pérdida del edificio del Hospital, si bien tuvo y tiene un impacto en la vida de los chuquicamatinos, debe entenderse como un proceso del dinamismo minero y debe actuarse para preservar su memoria intangible, que es mucho mayor que su valor como edilicio tangible. Esto último depende de los chuquicamatinos, no de la empresa”.
Al momento del cierre, el personal del Hospital Roy H. Glover fue trasladado hacia Calama al nuevo hospital emergente Del cobre Dr. Salvador Allende Gossens, el cual sería inaugurado en el mismo año de cierre del recinto clínico chuquicamatino.
Varias son las historias que rodean al “gigante dormido” de Chuquicamtata, pero una sola se cuenta con exactitud: albergó, cuidó y trató a todos los mineros por más de 40 años. Su infraestructura aun lucha por preservarse en contra del olvido tangible. Pero es evidente que desde el recuerdo jamás se irá porque como enfatizó Gutiérrez “la memoria es un bien intangible que se construye y se reproduce socialmente”, y mientras las generaciones nuevas sepan lo que se vivió, no se olvidará.