De 28 años, el menor de dos hermanos, de padre minero, de madre trabajadora que tuvo que dejar todo para dedicarse al cuidado de ellos, fan de Alfredo Castro y Cristoph Waltz, al igual que de Breaking Bad, Romané y Titanic. Sergio Alejandro Andrade Saavedra es un joven chuquicamatino que de niño fue al jardín Lobito feroz, luego de primero básico a cuarto medio pasó por el Colegio Chuquicamata, para finalmente estudiar Teatro en la Universidad de Artes, Ciencias y Comunicación (UNIACC).
”Fue un gran desafío para mí, irme”, comenzó contando Andrade, esto debido a su apego familiar que lo vinculaba siempre con Calama. “Yo había ido dos o tres veces a Santiago, no conocía a nadie, no entendía nada, fue fuerte irme a estudiar allá. Fue un proceso muy duro que tuve al independizarme. Cada vez que podía viajar a Calama lo hacía, el primer año habré ido unas 10 veces porque extrañaba muchísimo”, relata.
Agregando que es un problema del estudiante que viene de regiones por el centralismo que hay en el país, “en Calama no hay tantas universidades, no hay tantas carreras, entonces la mayoría se tiene que ir. Ese es un tema que me interesa mucho porque uno lo ve normal dejar a su familia y amigos porque lo que uno quiere no está en la ciudad. Es algo que hay que cambiar porque la comuna se merece una educación buena, y que deje de ser vista como ciudad de paso”.
Con su título en mano, Sergio gracias al apoyo de su Universidad pudo incursionar en diferentes áreas del teatro como el doblaje, el circo y la danza, pero lo que siempre lo apasionó fue lo audiovisual. “Desde que empecé a estudiar teatro, actuar frente a la cámara fue lo mío. No odio el teatro, es más, cuando terminé de estudiar hice un par de obras que no les fue muy bien, por lo mismo, porque es muy difícil vivir del teatro, es muy caro arrendar por día, hay que preocuparse de vender las entradas, y todo lo logístico. Yo admiro a quienes hacen teatro porque sinceramente no sé como viven de ello”, confiesa.
“Siempre estuve haciendo cortometrajes independientes con los mismos chicos de la universidad. Desde el primer año siempre estuve trabajando con ellos, yo creo que trabajé gratis 5 o 6 años ofreciéndome como actor. Lo único que les pedía era que me pasaran el material que grabábamos para ir armándome mi propia carpeta audiovisual. Luego de eso me empezaron a llamar de teleseries para papeles pequeños, pero nunca tuve la posibilidad de hacer algo grande”, añadió.
Fue ahí donde cuestionó su vida, si efectivamente esa carrera era para él, “llegó un momento en el que debemos decidir si seguimos o no en esto. Ahí tuve una crisis existencial porque busqué por todos lados y no salía, pero gracias a la ayuda de mis padres pude mantenerme en movimiento. Pagué talleres para no perder el ritmo. Y fue así como en una conversación con mi novia, le dije que el próximo casting que participaría iba a quedar”.
Oportunidad en Italia
Hace un mes y medio, Andrade fue telefoneado por un productor de Santiago -que siempre lo llamaba para hacer castings de comerciales-, ofreciéndole esta nueva oportunidad internacional, donde buscaban actores latinos para una serie en Milán.
“Me pedían que grabara una escena. Mi novia me ayudó muchísimo, me peinó hacia atrás, me hizo bigotes para parecer más latino, me corrigió en el guión, entre otras cosas. Lo grabamos como unas 10 veces, hasta que dije que esta toma era la que quería. Al día siguiente, me informaron que quedé en la preselección de la siguiente etapa y nuevamente mi novia me ayudó. Sinceramente, creo que es el casting que más me preparé”, detalla.
Tres días después de haber enviado el “callback”, nuevamente fue el productor chileno quien lo llamó, esta vez informándole que había quedado seleccionado, “eran como las 9 de la mañana, suena el teléfono, veo que es el productor y sabía que algo pasaba. Le contesté, y le costó decirme, yo creo que quería que fuera más emocionante, y yo le pedía insistentemente que me dijera. Hasta que me dijo que debía arreglar mis cosas porque en dos semanas más me tenía que ir a Milán”, cuenta.
“En ese momento quise hacerme el profesional, y contuve la emoción, le colgué y me puse a llorar. Mi novia me preguntó qué había pasado e hice lo mismo que el productor porque no sabía como decirle. La abracé, me puse a llorar y le dije que había quedado, y ella estaba muy feliz, creo que me sorprendió más la emoción de ella que la mía, y eso lo valoro muchísimo”, recuerda con emoción Andrade.
Al mismo tiempo, se comunicó con su familia en Calama para informarle las buenas nuevas, “cuando llamé a mi mamá y le dije que me iba a Milán, ella no me creía porque hubo tantas veces que le dije que no había quedado, que ella se metía en su cabeza que no iba a pasar nunca esto, entonces todos teníamos esa percepción, pero cuando le expliqué se puso feliz y todos nos emocionamos”.
Luego de eso, el joven actor chuquicamatino cuenta que tuvo que reordenar su vida en 14 días. Su novia argentina debía volver a su país natal, su madre lo asistió en los diferentes trámites que debió hacer, e incluso no recibió apoyo de las instituciones gubernamentales del país.
“No me dejaban salir del país, desde Comisaría Virtual me pidieron una autorización del Ministerio de Cultura, y ellos no me la dieron, siendo que habían muchas instituciones independientes de cine chileno apoyándome. Ellos se portaron un 7 conmigo, se movieron para que yo pudiera viajar. Perdí un vuelo, y estuve a punto de perder el otro porque no cumplía con los protocolos para poder salir, siendo que yo venía a trabajar (a Italia)”, comenta con molestia.
Fue ahí donde acusó sentirse desamparado por las instituciones chilenas, además de sentir miedo por perder esta oportunidad única en la vida, “fueron dos semanas frustrantes donde no sabía si iba a venir, donde no dependía de mi, sino de lo que estaba pasando en Chile con la pandemia, y más aun sabiendo que el ministerio de culturas no me estaba apoyando, pero pude viajar, y cuando llegué a Milán pude aterrizar y darme cuenta de lo que estaba pasando”.
Junto con otros 4 latinos más llegó a Italia, su primer día lo recuerda como un momento donde no asimilaba lo que sucedía. Se comunicó con otro latino, con quien pudo sentirse más acogido, “cuando salimos seleccionados, yo sabía que él también lo estaba, entonces le hablé estando en Chile y allá (en Milán), me pegué a él, el primer día que llegué. El resto de latinos ya se conocían porque yo llegué tarde. Cuando ingresé, saludé a todos, pero no entendía nada porque todos hablaban italiano, pero gracias a los compañeros, quienes entendemos que esta será nuestra pequeña familia, he ido aprendiendo”, relata.
Nulo apoyo de las autoridades
Sumado al nulo apoyo de las autoridades cuando tuvo que viajar hacia Italia, Sergio Andrade criticó el sistema, haciendo alusión que para quienes están a cargo, las artes son un juego, “yo lo vivía con mis compañeros de universidad, donde en primer año éramos 33 personas por curso, y éramos 4 paralelos. De esos, terminamos de estudiar dos cursos, con 15 personas cada uno. Entonces, más del 70% se fueron, y es lo que uno va pensando mientras estudia por la situación que se vive en el país con las artes”,
“Uno tiene que estar muy consciente que el arte de Chile no es valorado por las autoridades. La gente si lo hace, pero nosotros necesitamos el apoyo del gobierno. No deberíamos porqué postular al concurso Fondart, lo más lógico es que a todos nos financien los proyectos que surjan a través del arte. Yo encuentro vergonzoso, que tengamos que concursar para tener que trabajar”, expuso.
A su vez, añadió que desde las autoridades lo ven como un hobbie, “no estoy diciendo que paguen millonadas, sino que paguen lo que le corresponda a un artista por estar haciendo su trabajo. De esta misma forma, tengo muchos compañeros que están trabajando en otras cosas, habiendo desperdiciado 4 años de su vida por culpa de los gobiernos que no saben valorar las artes”.
”No es culpa de las personas que quieran estudiar, ni de los profesores o las universidades, es culpa netamente de las autoridades que no generan oportunidades. Todas las autoridades son tan importantes como la minería porque si bien no te da cosas materiales, te da cosas emocionales. Te ayuda a crear consciencia, a tener tu mente más despierta, esa es la labor de nosotros, los artistas”, concluyó.