El 12 de octubre de 1492 fue conmemorado por muchos siglos como el “descubrimiento de América” dado a que esa fecha el genovés Cristóbal Colón, al mando de una expedición de tres naves (carabelas) financiada por los reyes de España, tocan tierra en el entonces desconocido continente que hoy conocemos como América.
El viaje de Colón junto a otros tantos (como los financiados por Portugal) no fueron por mera curiosidad, ya que en la mitad del siglo XV sucedió uno de los episodios más desconocidos -por la mayoría- y trascendentales para la historia de occidente.
Se trata de la Caída de Constantinopla, el último bastión del imperio romano de oriente que sucumbió ante la expansiva apisonadora del Imperio Otomano entre abril y mayo de 1453, es decir, poco menos de 40 años antes del descubrimiento de América.
PRELUDIO
Conociendo en síntesis lo que fue el Imperio Romano, esta magna y avanzada civilización de la edad antigua (desde los tiempos monárquicos, republicanos e imperiales) fue dividida en dos mitades en 285 d.C por el emperador Diocleciano para facilitar su administración.
De estas dos mitades, el imperio de occidente cayó en 476 d.C pero el occidental se mantuvo por más de un mileno, siendo su capital la antigua Constantinopla (actual Estambul) desde donde se desarrolló el imperio Bizantino.
Constantinopla fue por toda la edad media la gran salvaguarda de la cultura romana. Sus viejos textos, sus tradiciones, su lenguaje y su religiosidad fueron conservada en esta “capital romana” que se mantuvo fiel a los preceptos de Roma. Incluso uno de sus gobernadores, Justiniano I reconquistó parte del imperio de occidente, pero tras su muerte el territorio volvió a caer ante los visigodos y ostrogodos (que los romanos llamaban “bárbaros”).
En fin, Constantinopla geográficamente se ubica en el Estrecho del Bósforo, un punto de gran importancia para el comercio entre la Europa y Asia ya que se trata de un paso obligado para la conexión del Mar Negro con el Mediterráneo.
Este punto era administrado por Constantinopla, cuya religión en su mayoría era cristiana ortodoxa, es decir se podían llevarse bien y hacer trato con los cristianos de occidente, motivo por el cual el tránsito naviero comercial fue posible sin mayores dramas.
CAÍDA DE CONSTANTINOPLA
No obstante, el imperio Otomano de fe musulmana y en constante expansión amenazó en múltiples ocasiones a Constantinopla tratando de tomar la ciudad en varias arremetidas, pero en 1453 recién logró el éxito.
Ese año, los otomanos al mando del sultán Mehmed II, tras más de un mes de asedio (y donde debutan por primera vez en la historia la artillería) logran derrumbar los muros de Constantinopla, tomando la ciudad, cuyos ciudadanos, incluso su rey Constantino XI mueren resistiendo el ataque.
Ya en manos de los Otomanos, Constantinopla pasa a la fe islámica, su iglesia Santa Sofía es transformada en mezquita, su nombre es cambiado al actual Estambul y el comercio con occidente es clausurado.
Por este último motivo, países de la península ibérica como Portugal y España se ven obligados a buscar nuevas rutas navieras, motivo por el cual se financiaron expediciones para hallar una nueva “ruta de las especias” que no pasaran por el estrecho del Bósforo.
Fue en esa circunstancia que temerarios como el portugués Fernando de Magallanes o el genovés Cristóbal Colón, fueron financiados por los reyes de España para sus arriesgadas incursionas al “nuevo mundo”, lo que llevó a este último a tocar tierra americana un día como hoy, hace 531 años.