Hace exactos dos siglos, un general chileno de 35 años era sacado de su incómoda mazmorra en la cual se hallaba apresado desde hace pocos días en Mendoza para ser trasladado al patíbulo.
Su nombre, José Miguel Carrera. Un hombre que pese a su juventud, ya era conocido entre los próceres de la independencia latinoamericana, sobre todo en generales como José de San Martín y Bernardo O’Higgins. ¿Su crimen? Tratar de liberar a Chile de los españoles de forma autónoma.
Carrera en vida fue conocido como un soberbio, y fue esa actitud que lo llevó a la muerte. Incluso caminando engrillado (esposado) a la plaza de Mendoza para ser acribillado, no mostró humildad y no bajó la cabeza en señal de sumisión, como se lo había recomendado el párroco que le acompañaba en sus últimos minutos. No se sentó en el banquillo (murió de pie) y no se dejó vendar los ojos. “Muero por la Libertad de América!” espetó al pelotón de fusilamiento microsegundos antes que éstos descargaran la ráfaga de tiros que le reventaron el rostro y el pecho.
El Prócer
José Miguel Carrera es uno de los tres padres de la patria destacados en los libros de historia de Chile junto a Bernardo O’Higgins y Manuel Rodríguez. Curiosamente estos tres se conocieron en vida, lucharon juntos (al menos Bernardo y José Miguel), pero nunca crearon lazos de amistad.
Fue tachado como un militar “cuico”, puesto que provenía de la aristocracia santiaguina. Solo hay que recordar que su padre, Ignacio de la Carrera, fue miembro de la primera junta de Gobierno del ya remoto 18 de septiembre de 1810. El joven Carrera se formó en Europa, donde se hizo parte de las guerras napoleónicas, curiosamente luchando a favor de la causa hispana, la misma que años después intentó derrocar.
Al respecto Ximena Prado Dagnino, magister en historia y académica de la Pontificia Universidad Católica del Valparaíso nos cuenta que “Carrera y sus hermanos (Juan José y Luis) son personaje que no se puede eludir de la historia de Chile. De hecho, siempre se le identifica como la figura clave para entender la primera etapa de la independencia de Chile, que sería la patria vieja”.
Carreristas y OHigginistas
Hasta hoy es normal que la historiografía se pelee sobre quién fue realmente el libertador de Chile. O’Higgins con su proyecto amparado por los planes del general argentino José de San Martín, o Carrera y su proyecto autónomo que fue derrotado durante el desastre de Rancagua en octubre de 1814.
Al respecto la experta explica que “en profundidad, tenemos a Carrera, líder carismático, que también viene de la élite, sí o sí, criollo. Pero O’Higgins, poniéndolo como en términos contemporáneos, tiene una red de contactos que lo respaldan; y de hecho, ahí uno lo ve porque así como colaboran con el que en este caso sería Argentina – cuando fue todo el tema del ejército libertador -, él a su vez ‘devuelve la mano’ con la expedición libertadora al Perú. Entonces, tiene una visión un poco más en red, o interconectada que Carrera, que también es un caudillo, pero un caudillo más en solitario, como el clásico, más personalista”.
Legado
A 200 años de su fusilamiento, Ximena Prado cuenta el contexto en el cual el joven general es ajusticiado. “Cuando ocurre su muerte o fusilamiento junto con sus hermanos, sabemos que no está en Chile. Había buscado nuevamente el respaldo de Estados Unidos, pero en los lugares donde anduvo en el norte de Argentina, no era un personaje tan querido porque se dedica a especie de guerrilla. Por lo tanto, la verdad, es que ya la gente de esa localidad no le quería mucho, además de todo el tema de choque de carácter y de encontrones que tenía con O’Higgins. Es un proceso bien complejo, pero que en lo legal, en lo específico, él fue fusilado por estos desórdenes y estos destrozos que estaba haciendo en los lugares donde llegaba”.
El cadáver de Carrera fue descuartizado y sus miembros clavados en distintas zonas de Argentina a modo de amedrentamiento para los revolucionarios.
“El legado fue acelerar el proceso de independencia de Chile, porque cuando éste había comenzado, era como bien institucional. De hecho, se sabe que la primera junta nacional de gobierno cierra con un ¡Viva el rey!. O sea, obviamente que había personas que sí estaban pensando en la independencia, pero no sé si en la forma y en el ritmo que lo plantea Carrera y sus hermanos. Y también ciertamente le debemos otras instituciones, como las educativas, las bibliotecas, símbolos patrios, etcétera. Está con los chilenos, pese a que no nos demos cuenta. Al ponerlo en metáforas futbolísticas, Carrera fue el delantero que inicia la jugada, entonces te puede gustar o no el delantero, pero es importantes para entender el funcionamiento del equipo”, culmina Prado Dagnino.