El Combate Naval de Iquique, hecho acaecido hace exactos 145 años en el contexto de la Guerra del Pacífico y que, desde entonces, se conmemora cada 21 de mayo por la entrega y valentía de la tripulación de la Esmeralda tuvo también una amplia repercusión en su época.
Inclusive, la noticia misma del hecho que comenzó a ser masificada entre los meses de junio y julio de 1879, apareció en las primeras páginas de la prensa internacional, tanto en países de América, Europa y Asia.
Por ejemplo, “The Times”, de Londres, publicaba en su portada en junio de 1879: “este es uno de los combates más gloriosos que jamás haya tenido lugar en América“. El diario “La República”, de Buenos Aires, publicaba “Arturo Prat ha sido un héroe y batalló hasta perder su vida en defender su patria”, mientras que “La Nación”, de Montevideo, anunciaba “un pueblo que consuma hechos y acciones sin ejemplo, como los que hemos relatado, es un pueblo que merece respeto, las simpatías universales y el asombro de todo el mundo. Ese es, pues, un pueblo inconquistable“.
Mientras que en un ámbito más local, el Mercurio de Valparaíso informaba en base al testimonio de un periodista presencial de los hechos, Eloy Caviedes que “una vez que el monitor peruano se encontró a tiro de cañón con la Esmeralda, el almirante (Miguel) Grau le intimó rendición, contestándole Prat a cañonazos”.
El relato peruano ahonda sobre el punto, al consignar que el buque chileno “sostenía el fuego con un tesón admirable“.
Sobre la trascendencia de este combate naval entre países relativamente desconocidos para la época, la magíster en historiadora Ximena Prado Dagnino de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) cuenta que “una pregunta frecuente sobre este hecho es ¿Cómo fue que una derrota se transformó en el día de las glorias navales? entonces, ¿por qué trascendió?”.
La misma historiadora explica que “esto se debió, primero, a la naturaleza del combate. Había una evidente desventaja entre las naves, pues se enfrentaban un destartalada corbeta de madera (Esmeralda) contra un moderno acorazado blindado (Huáscar). Pero destaca el caso que se usó la estrategia del abordaje, casi como el recurso de los pilotos kamikazes japoneses contra los portaviones norteamericanos durante la Segunda Guerra Mundial”.
Así mismo, agrega que “lo segundo; se da el giro en donde Chile se plantea como el que domina en el ámbito naval al eliminar a la fragata peruana Independencia en el combate de Punta Gruesa; tercero, unas fuerzas bastantes inferiores son capaces de derrotar a largo plazo a una alianza poderosa. Existe un componente muy épico, casi como legendas de héroes. Desde el punto de vista social, (Prat) fue un héroe improbable que no tenía nada que ganar, pero su ejemplo sirvió para unificar al país, y es uno de los pocos héroes nacionales que no suscita controversia”.
JAPÓN
Inclusive, la gesta de Prat fue admirada por los japoneses, al considerar que el héroe naval de Chile encarnó fielmente los códigos éticos del bushido, las normas que cumplían fielmente los samuráis del japón feudal.
Específicamente en la Academia Naval de Japón en Etajima, se hallan tres bustos que conmemoran a los grandes héroes navales que, el país asiático, considera, han existido. El almirante japonés Heihachirō Tōgō (vencedero de la guerra Ruso-Japonesa de 1905); el vicealmirante inglés Horatio Nelson (vencedor y abatido durante la batalla de Trafalgar en las guerras napoleónicas en 1805), y nuestro Arturo Prat Chacón.
De izquierda a derecha, los bustos de los almirantes Nelson, Prat y Togo, en la Academia de Guerra Naval de Japón.