La mañana del miércoles 13 de enero de 1965, cuando el reloj marcaba las 9:30 horas, un seco estruendo remeció a los trabajadores y vecinos que habitaban en las inmediaciones del puerto de Antofagasta.
Según la publicación del medio regional DonCaliche.com, al interior de este recinto -específicamente en el Sitio N°2-, el María Elisabeth, un buque mercante perteneciente a la compañía naviera chilena Martínez, Pereira y Cía. se remecía producto de una serie de explosiones provenientes del casco.
Este es uno de los hechos que marcó la conciencia antofagastina durante la segunda mitad del siglo XX, realizándose al menos tres documentales y publicándose una serie de notas y libros al respecto. A 59 años de este hecho, en Don Caliche te contamos en breve lo ocurrido esa aciaga mañana.
Contexto
La nave María Elisabeth, de construcción alemana, fue comprada por una naviera chilena para el traslado de carga mercante, hasta acá nada raro. En enero de 1965 recala en el puerto de Antofagasta para descargar mercancía como los cientos de buques dedicados a esta actividad. Nada extraño aún.
Cuando se conmemoraron los 50 años del suceso en 2015, el Mercurio de Antofagasta publicó un reportaje escrito por el periodista e investigador Isidro Morales Castillo, quien pormenorizó las causas que llevaron a la deflagración del buque, basado, a la vez, en la información que el mismo matutino publicó un día después de la tragedia.
«La nota principal aventuraba respecto del origen del accidente, acogiendo versiones de ‘personas que se encontraban cerca de la nave’, quienes aseguraron que la tragedia se ‘produjo a consecuencia del rompimiento del ‘estrobo’ o cable que utilizaba una de las grúas en el desembarque de los tanques. Al caer el cilindro en cubierta se desprendió la válvula de seguridad y el gas propano se esparció rápidamente por la cubierta y bodegas y cuatro minutos después una fuerte explosión sacudió la nave. La primera explosión se registró a las 9.30 horas’. El María Elisabeth transportaba cuatro cilindros de 1.304 kilos y 100 de 33 kilos cada uno de gas licuado”, escribe Morales Castillo.
Explosiones
A eso de las 10:00 AM, una inmensa columna de humo negro que emergía desde la bahía era visible desde todos los puntos de Antofagasta. Al interior del puerto, las explosiones no dejaban de sucederse.
“El relato periodístico indicaba que más de 20 tripulantes y estibadores lograron abandonar la nave en los instantes en que se esparcía el gas propano inflamado, pero otros sólo lo hicieron cuando el ‘María Elisabeth’, que se encontraba en el sitio N° 2, comenzaba a arder. El capitán del buque, Sergio Díaz Bernal, quedó atrapado en el castillo de popa, pero una fuerte explosión lo lanzó fuera de la motonave. Fue rescatado del mar por personal de la Gobernación Marítima y tripulantes de la goleta ‘Don Mateo’ y luego trasladado gravemente herido al Hospital Regional, donde posteriormente falleció; también quedaron atrapados los tres ingenieros, Héctor Moreno Quiroga, Silvio Veragua López y Julio Carvallo Jeria”, consta el reportaje de los 50 años.
Mientras esto ocurría en el puerto, todas las unidades del Cuerpo de Bomberos de Antofagasta se dirigían raudos hasta el puerto, a la vez que las autoridades de turno también llegaban hasta la zona. El área del puerto fue acordonada por policías, dado a que las explosiones de la nave lanzaban esquirlas a gran velocidad por muchos kilómetros de distancia, transformándolos en verdaderos proyectiles.
En este aspecto, el profesor de historia Ricardo Rabanal, perteneciente a la 2da Cía. de Bomberos de Antofagasta, recogió el testimonio del entonces comandante de su unidad Mauro Mujica Quintano, quien le tocó asistir a la emergencia en el puerto.
“Mientras tanto los demás bomberos y los carros bomba de todas las compañías, entre ellos el legendario carro telescópico Pirsch de la Segunda Compañía, único sobreviviente metálico de la tragedia en la actualidad, colaboraban con las pocas ambulancias que tenía la ciudad en ese entonces y trasladaban a los heridos al hospital cuya urgencia estaba atiborrada con parte de la tripulación del buque y con los trabajadores portuarios heridos y sus familiares que a esa hora se agolpaban en el hospital preguntado por la salud de algún ser querido”, escribe Rabanal en su investigación.
A la vez, otros cuatro buques mercantes que se hallaban surtos en el puerto salieron a altamar, para evitar los impactos de las explosiones y dejar espacio para las maniobras de las naves de rescate.
Se decidió remolcar la nave a alta mar una vez concluidas las explosiones más potentes, acción que se realizó a eso de las 15:00 horas mientras el María Elisabeth continuaba con su cubierta en llamas.
El dantesco espectáculo estuvo a la vista de los antofagastinos durante todo ese miércoles hasta el anochecer, viéndose aún las llamas en alta mar en medio de la oscuridad y la madrugada del jueves 14.
“El María Elisabeth, nave de 6.670 toneladas construida en Alemania en 1953, que pertenecía a la firma Martínez Pereira y que había arribado el día anterior, se hundió a las 11.50 horas del 14 de enero, a 500 metros del faro norte del puerto artificial, a 200 metros de la playa frente al Hotel Antofagasta. Minutos antes, lanzó grandes llamaradas y un espeso humo; al final sólo quedó al descubierto parte de la popa del buque, en posición suroeste”, especifica el reportaje de Isidro Morales Castillo.
La tragedia dejó como saldo ocho muertos y más de 20 personas heridas.