Avenida Angamos, paseo Prat, calles Esmeralda, Condell, Latorre, Baquedano, Orella, Uribe, Serrano, Riquelme, Gral. Borgoño, 21 de mayo, 14 de febrero, Covadonga, Riquelme, Huamachuco, Cruz Martínez, Héroes de la Concepción y avenidas O’Higgins, Carrera y calles San Martín, Rodríguez, Bolívar y Maipú.
Estas son solo algunas de las principales calles y avenidas de Antofagasta y las demás comunas de la región donde predominan los nombres de personajes y batallas que se relacionan directamente con dos hechos trascendentales de la historia de Chile; Guerra de la Independencia y Guerra del Pacífico.
No obstante también en la mayoría de las comunas de la región los nombres de Arturo Prat, Esmeralda, Baquedano y O’Higgins son hegemones en las principales calles de sus comunas. Por ejemplo la principal de Tocopilla lleva el nombre de la fecha 21 de mayo, y una de las principales avenidas de Calama es Juan José Latorre. Todos estos nombres, relacionados a las gestas navales de la Guerra del Pacífico. Lo mismo aplica para la viejas salitreras de la pampa, como Chacabuco, O’Higgins, Arturo Prat y Miraflores.
Para el escritor e investigador histórico militar Rafael Mellafe, esta situación se debe a que “las ciudades más importantes de las regiones del norte vieron los nombres de sus calles o plazas modificados que pasaron a control de Chile durante la Guerra del Pacífico. En Antofagasta muchas calles conservaron sus nombres originales, como Sucre, Chuquisaca, etc. A otras se les cambió de nombre, como Baquedano, Condell, O’Higgins, Sotomayor entre otras cuando ya la chilenización de la región era ya un dato. Lo mismo sucedió en Iquique. Esto tenía como fin que la población de aquellas urbes, antes bolivianas o peruanas, fuera familiarizándose con los próceres de la historiografía chilena. Antofagasta fue un caso más sencillo dada la gran cantidad de compatriotas que allí vivían, a los que hay que sumar los de Caracoles, desde antes de la Guerra del Pacífico”.
Por su parte el profesor y escritor histórico local, Jaime Alvarado explica que “antes de la Guerra del Pacífico las calles de Antofagasta tenían nombres más internacionales. Por ejemplo las de alrededor de la plaza. Pero cuando se ocupan estos territorios en 1879, había que chilenizar estos lugares propiciando estos nombres como una manera de vincular el pasado con la historia de Chile, además en el caso de la Guerra del Pacífico, era vincular las calles con los nombres de quienes ganaron estos territorios con su sangre. De ahí se justifica que las calles estén llenas de nombres de soldados, batallas y capitanes”.
No obstante agrega que “no solo fueron los militares quienes ganaron estos territorios quienes fueron honrados con calles, sino también muchos civiles que hicieron patria tras la guerra como José Santos Ossa o Juan Lopez”.
PLAZAS
Pero también estos nombres tocan a las principales plazas de estas comunas. La de Tocopilla lleva el nombre de Carlos Condell, comandante de la Covadonga que sostuvo el bloqueo de Iquique junto a Prat, y fue el vencedor del combate de Punta Gruesa el 21 de mayo de 1879. De hecho, en ese mismo lugar descansan los restos de dos marinos que murieron esa jornada.
La plaza principal de Calama se llama “23 de marzo”, en honor a la fecha en la que se efectuó la batalla de Topater, el primer encuentro armado de la Guerra del Pacífico entre la caballería chilena y tropas bolivianas en 1879.
Antofagasta no habría sido la excepción. La plaza Colón llevaba ese nombre desde los tiempos bolivianos. Tras el desembarco y la anexión del territorio en 1879, fue rebautizada como Plaza Sotomayor, en homenaje al coronel Emilio Sotomayor, quien dirigió el desembarco del 14 de febrero.
Pero el nombre no pegó entre la población y el 12 de octubre de 1892 (en el aniversario del descubrimiento de América) le renombraron con su apelativo original, trasladando el nombre Sotomayor a la explaza El Feccorarril, donde décadas después se construiría el Mercado Municipal.
CHILENIZACIÓN
Sobre esta prevalencia de nombres vinculados a la guerra, el historiador Rafael Mellafe explica que “creo que, en vez de enviar un mensaje, era marcar una posición. Es decir, Antofagasta e Iquique son chilenos y por tanto toda la cultura e idiosincrasia boliviana o peruana tiene que ser cambiada por la chilena, ya que ambos territorios no estaban en disputa. De hecho, recordemos que en fecha tan temprana como 1886 (si mal no recuerdo), en las escuelas se comenzó a enseñar el plan educativo del ministerio de educación de Chile”.
Respecto a los nombres de las oficinas salitreras, Mellafe hace un paralelismo entre las que se encontraban en la región de Tarapacá (antes, peruana) y la de Antofagasta (antes, de Bolivia).
“En Tarapacá las salitreras siguieron manteniendo los nombres originales, muchos de ellos nombres femeninos (Aurora, Carolina, Irene….) aunque sus dueños cambiaron en el tiempo. Cosa muy distinta sucede en la región de Antofagasta ya que muchas de ellas comenzaron su explotación después de la guerra. De esta manera apareció la oficina Pedro de Valdivia, Chile, Chacabuco, Guillemro Matta o Cochrane”.