La crudeza de vivir en pleno desierto, con una cantidad mínima de agua para el consumo humano, más las precariedades de toda índole que caracterizaron el estilo de vida de los pampinos a fines del siglo XIX e inicios del XX, no eclipsaban las celebraciones de fiestas patrias.
Tanto el 21 de mayo como el 18 de septiembre, eran fechas donde no se trabajaba y se celebraban múltiples actos cívicos en las plazas de las salitreras. Lo anterior, porque gran parte del norte de Chile había sido anexado hace apenas un par décadas, por lo cual las autoridades demandaban su celebración para remarcar el carácter nacionalista. Para 1899, tal como ocurre hoy, se celebraban el 17, 18 y 19 de septiembre.
El medio de historia pampina DonCaliche.com, citó el estudio “El 18 de Septiembre de 1899 en la Pampa Salitrera”, de Luis Castro Castro (disponible en memoriachilena.gob.cl) el cual nos entrega una pincelada de las actividades que se realizaban.
ORGANIZACIÓN
La organización de las Fiestas Patrias recaía en una comisión organizadora, compuesta por empleados y profesionales de las oficinas salitreras. Estos ya desde el mes de mayo se encargaban de recolectar un fondo para generar los premios y los incentivos para quienes participaran en las ramadas.
Desde juegos populares hasta las tradicionales actividades conmemorativas, todo era preparado con esmero. De hecho, el comité organizador para 1899 tenía destinado premiar con dinero a la primera y la segunda mejor ramada. Así mismo se organizaba con las pulperías para que todos los obreros y sus familias dispusieran de carne.
La precariedad en las salitreras fue un elemento característico de este tipo de vida (al menos durante el proceso de extracción Shanks), pero la alimentación, con ganado fresco que era faenado en los puertos de Iquique, Tocopilla, Antofagasta y Taltal era un producto que siempre estaba garantizado.
Por las noches se quemaban “salnatrones”, una mezcla de salitre y petróleo, la cual generaba una dantesca columna de humo negro que iluminaba las noches en el desierto. Esta tradición puramente pampina aún la practican los tocopillanos en Año Nuevo. También se montaban obras de teatro. Por ejemplo, para 1899 se presentó en la oficina Alianza la obra “La Patria en Peligro”.
“EL 18”
Con la tronadura de 21 salvas de cañón a las 7AM se daba paso a las festividades del mismo 18. Los 21 cañonazos, nuevamente, en referencia al Combate Naval de Iquique, para remarcar el carácter nacionalista.
El texto de las celebraciones pampinas de 1899 nos da cuenta que “salvas de 21 cañonazos, marchas marciales, elevación de globos alegóricos, comparsas y la quema de fuegos de artificios completan un panorama de festejos que nos hace presumir de gran colorido y participación. La quema de fuegos de artificios, constituía un acto central dentro de la programación”.
Así mismo, agrega que “estos daban un brillo especial con su magnificencia, tanto es asl, que en un completo comentario sobre estas festividades, titulado ‘Los días de la Patria’ decía al respecto que ‘lo único que nos va quedando de los antiguos dieciochos son los fuegos, esos tradicionales fuegos artificiales que aún reviven en el corazón de todos los chilenos de Iquique y oficinas salitreras, gracias a que aún vive el encargado de fabricar la pirotecnia”.
“Carrera de bicicletas”y “gallinas degolladas”
El centro de las celebraciones eran los juegos populares y las ramadas, que representaban el alma de las Fiestas Patrias en las oficinas salitreras. Las ramadas, levantadas con materiales simples pero decoradas con banderas y cintas tricolores, se convertían en el punto de encuentro para los trabajadores y sus familias.
También las administraciones de las salitreras impartían una disposición en donde se incentivaba a que los obreros y sus familias acudiesen a las actividades con trajes típicos del sur de Chile. También aquí, en algunas oficinas salitreras, se premiaba al mejor y la mejor vestida.
También era mayoritario el consumo de cazuelas y consomés en vez de los tradicionales asados y parrilladas. Además las cuecas eran reemplazadas por el “barn dance” o “cueca de granero”, muy similar a los bailes campiranos del sur de Estados Unidos.
Entre los juegos populares, destacaban las carreras de sacos, los juegos de la argolla y el palo ensebado. No obstante, en la lista de actividades de algunas oficinas en 1899 se mencionan curiosos juegos como “gallinas degolladas” y carreras de bicicletas, burros y de naranjas, y el “círculo de lucifer”.
Un legado de identidad en el desierto
A pesar de las duras condiciones de vida en el desierto, los habitantes de las oficinas salitreras hacían un esfuerzo conjunto para celebrar las Fiestas Patrias con el mismo fervor que en cualquier otro rincón de Chile.
Estas festividades no solo eran una oportunidad para disfrutar de momentos de ocio, sino también una manera de mantener vivas las tradiciones y el sentido de identidad en un contexto aislado.
En 1899, como en otros años, el espíritu patriota inundaba las oficinas salitreras, recordando que, sin importar lo lejos que estuvieran de los centros urbanos, el orgullo de ser chilenos seguía siendo tan fuerte como el primer grito de libertad.