El uso masivo y constante de mascarilla para evitar el contagio de Covid-19 ha repercutido en la salud de la piel de muchas personas. “Con la llegada de la pandemia, los dermatólogos hemos visto un aumento progresivo de pacientes que llegan a consultas por problemas a la piel”, afirma el Dr. Franco Gemigniani, dermatólogo de Nueva Clínica Cordillera.
El uso prolongado de la mascarilla es una de las razones de este aumento. “La presión constante que “obstruye” los poros, la humedad y el calor concentrados bajo la zona de la mascarilla pueden producir brotes de acné y rosácea”, aclara el especialista, quien agrega que alrededor de la mitad de los pacientes que ha atendido durante la pandemia es por agravamiento de “granos” o “espinillas”.
Dado que es imposible pensar en dejar de usar mascarilla, el Dr. Gemigniani recomienda tener rutinas de cuidado adecuadas para su tipo de piel. “En el caso de pieles grasas o acnéicas, recomiendo el uso de geles de limpieza, cremas matificantes y cremas con efecto “peeling” para este tipo de pieles”.
En tanto, para los casos de rosácea, el consejo es usar de aguas micelares para la limpieza, porque los jabones pueden ser muy agresivos y producir irritación, además de cremas anti-rojeces. En casos graves, es necesario el uso de antibióticos orales o cremas medicadas, para el control de estas patologías.
El médico indica que otros factores relacionados con la pandemia y que tienen incidencia en el mayor número de consultas dermatológicas son el alto nivel de estrés derivado del confinamiento prolongado y la incertidumbre que genera la situación. “La piel es el reflejo de nuestro estado anímico, y esto se explica desde la embriología. Tanto la piel, como nuestro sistema nervioso proceden del ectodermo, que es una de las 3 capas germinales del embrión. Hay una conexión importante entre nuestro sistema nervioso, la piel y sus anexos; como son el pelo y las uñas. Enfermedades de la piel como la dermatitis seborreica o la psoriasis, presentan brotes de empeoramiento en momentos de estrés”.
Asimismo, el lavado constante de manos y el uso del alcohol gel, una de las medidas más efectivas para el control de la infección, puede provocar una resequedad extrema en las manos, con descamación, incluso llegando a la fisuración, el enrojecimiento y el ardor. “Este es un cuadro bastante frecuente hoy en día, que denominamos dermatitis de contacto irritativa de las manos. La base del tratamiento es el uso constante de cremas hidratantes o emolientes de manos- ojalá neutras- sin perfumes ni otros posibles sensibilizantes. Los cuadros graves requieren del uso de cremas con corticoides y cremas especiales para el tratamiento de las fisuras”, explica el dermatólogo.