En la avenida costera Arturo Prat de Tocopilla, a un costado de la escuela Carlos Condell yace erguida la majestuosa torre de un reloj de pino oregón con una punta arábiga que hace 40 años se transformó en uno de los íconos de esa ciudad.
No obstante, este reloj de fabricación inglesa no fue hecho para Tocopilla, sino que para el extinto poblado pampino de Coya Sur, adyacente a la ex Coya Norte (hoy María Elena) y que ha mantenido a las dos comunas en pugna por quién se debe apropiar de la vetusta estructura.
Ayer, los investigadores Carlos Toloza, Néstor Rojas y Olivia Arancibia lanzaron el libro “El reloj de Coya Sur, antecedentes históricos del cantón salitrero del Toco y sus oficinas”, financiado por el Consejo Regional.
En el libro, los investigadores dieron visos sobre los orígenes de esta estructura, el contexto de su construcción hace ya una década y el cómo llegó a ser instalado en una comuna costera, alejada de su punto original, lo que hoy divide a los viejos pampinos.
ORÍGENES
En el libro consta que durante la expansión del sistema salitrero “Shank”, surge la oficina Coya Sur en 1914, en donde “su centro neurálgico fue la plaza, la que en esta oficina dispuso de dos espacios segregados. En sus inmediaciones también se construyeron áreas verdes y se instaló un quiosco”.
Fue así que se mandó a construir esta torre de estilo inglés con cúpula árabe, construida completamente de pino oregón en la entrada a la principal pulpería de la oficina Coya Sur, distante a siete kilómetros al sureste de la comuna de María Elena, propiedad de la entonces Anglo Chilean Nitrate and Railway.
En la página Tocopilla y su Historia del historiador Damir Galaz-Mandakovic, consta que “una vez cerrada la oficina, el reloj fue donado a Tocopilla por la empresa Soquimich en 1981, pero es trasladado al puerto recién en 1983. La pequeña plaza en donde hoy se sitúa, en las afueras de la escuela D-7 Carlos Condell, fue inaugurada el 29 de septiembre de 1984”.
Este traslado no estuvo exento de polémica, dado a que la localidad de María Elena reclamaba como legítimo derecho ser ellos los depositarios de la estructura. En la misma página de Galaz-Mandakovic explica que “no son pocos los ‘coyinos’ que han manifestado que este reloj vuelva a la pampa, especialmente a la plaza de María Elena, siendo los principales promotores los últimos alcaldes de esta comuna, quienes han justificado esta campaña señalando el deterioro de esta reliquia”. En efecto, si bien el reloj hoy luce recuperado y con una buena capa de barniz, su reloj no da la hora.
Así mismo, el alcalde de María Elena, Omar Norambuena, manifestó en 2022 que “traer el reloj a María Elena es una anhelo de muchos pampinos, porque fue la primera puerta de entrada a lo que fue Coya Norte. Hemos hecho gestiones, pero aquello radica en la forma en la forma en la que se llevó ese baluarte a Tocopilla. Hay mucho corazón por recuperarlo, y en eso hemos trabajando”.
Sobre este punto, Carlos Toloza, uno de los investigadores del libro explicó que “el interés de la institución de la Escuela Carlos Condell es llevar una puesta en valor de lo que es el reloj de Coya Sur. Dentro de todo, para ciencias sociales hay una disyuntiva, hablar de Coya es hablar de un asentamiento violentado, pero que sigue siendo un centro productivo. Pero en este proceso nos importa rescatar lo invisible, que es la gente que quiere que ese reloj siga siendo su símbolo en ese campamento”.