El constante bombardeo de información sobre la guerra entre Rusia y Ucrania ha generado miedo y preocupación en la población, ante el posible estallido de un conflicto internacional mucho más destructivo que sus predecesores y el uso de armamento nuclear. Frente a este escenario, la académica y profesora asociada a la Escuela de Psicología de la Universidad Católica del Norte (UCN), Dra. Anna Wlodarczyk, analizó los efectos psicológicos que genera en la comunidad este tipo de noticias, especialmente entre los adultos mayores y jóvenes.
OTRA CATÁSTROFE
El comienzo de esta década ha estado marcado por tiempos convulsos que han alterado nuestro diario vivir. Un claro ejemplo es la pandemia por COVID-19, que en un principio obligó a millones de personas en el mundo a recluirse en sus hogares y a extremar las medidas de autocuidado para evitar contraer el virus.
A la par, se suman desafíos como el cambio climático y también conflictos armados entre naciones, cuya génesis en su mayoría tienen que ver con reclamaciones de soberanía territorial, sin dar cabida a la diplomacia. Pero hoy la atención está puesta en la escalada de violencia entre Rusia y Ucrania y el temor a que estalle un tercer conflicto mundial.
“El temor colectivo es algo que tiene su base, que no es algo imaginario. Es justificado en los hechos porque, tanto las fuerzas rusas como la de otros países involucrados en la OTAN, tienen esa disposición de las armas, y desgraciadamente, teniendo en cuenta los perfiles psicológicos de los líderes de los países involucrados, pueden utilizarlas. No es una broma lo que ocurre allí, sino que son personas que a lo largo de sus gobiernos han demostrado que pueden llegar a cometer crímenes contra la humanidad y desgraciadamente no son personas que actúan con racionalidad”, afirmó la académica polaca.
Sobre los efectos psicológicos que generan los levantamientos armados y las constantes tensiones ante una eventual tercera guerra mundial, señaló que el grupo etario más afectado en primera instancia será el de los adultos mayores, dado que esto hará que revivan algunas experiencias traumáticas presentes desde su juventud. Asimismo, impactará en las personas jóvenes, las que tendrán una mirada más pesimista sobre el futuro.
“Ya después de la pandemia el sentido de la vida de ellos ha perdido el significado. De alguna manera, la incertidumbre se ha instaurado tanto en la vida de los jóvenes que han dejado de planear cosas, de hacer muchas actividades a largo plazo. Al parecer no hay mucha esperanza y maneras de pensar en que algo bueno puede pasar en el futuro, porque estamos en la época donde no puedes pensar en ‘¿qué voy a hacer en cinco años?’ porque se puede acabar el mundo. Es duro decirlo así”.
Y expresó que su máximo deseo es que existiese una revelación lo suficientemente fuerte contra el acto de guerra, con el propósito de que el presidente ruso, Vladimir Putin, abandone finalmente sus planes de invasión. “Está mandando a la guerra a su propio pueblo, está perdiendo a sus propios hombres en una guerra que, al final, es su invento”, agregó.
IMPACTO DE LO MEDIOS
La académica estableció que las imágenes y el lenguaje empleado por los reporteros, a la hora de tratar la información, debe ser objetivamente adecuados, para de esa forma evitar agudizar el pánico colectivo en la comunidad y la sensación de que todo está perdido.
“Creo que es importante que se sepa lo que está pasando, pero también que la información sea objetiva. Yo tengo el privilegio de comparar y contrastar la información que leo en diferentes idiomas, pero mucha gente, desgraciadamente, no puede hacerlo porque lee las noticias solamente de una fuente, y muchas veces sesgada. Los medios de comunicación chilenos otorgan a veces informaciones muy parciales”.
Precisó que es importante que los medios entreguen un contexto mucho más amplio del conflicto a la hora de ser contado; por ejemplo, sobre cuáles son las motivaciones de Rusia, cuáles son las ucranianas, cuáles son las implicaciones de otros países, cuáles son las razones de su ayuda o no, por qué se defienden los ucranianos, por qué no quieren ser parte de Rusia, por qué se generó la invasión, entre otros aspectos.
“Solamente se ve un conflicto armado, donde uno es el bueno y el otro es el malo. Y ahora empiezan a aparecer en muchos periódicos estas frases muy racistas, donde se habla mucho más de los refugiados europeos que de los refugiados sirios, afganos, o de color de piel más oscuro. Son frases horribles dichas por los periodistas occidentales. Hay que poner el énfasis en esto, cómo le quita el peso a la importancia de la guerra en Ucrania, porque esas frases hacen que la gente se enfade con la manera en que se habla de la guerra y se olvide de su relevancia”.
Y argumentó que se debe cuidar mucho el lenguaje y la manera en que se exprese de la guerra, ya que van a influir en las opiniones de la audiencia sobre los involucrados, debido a que “una frase negativa va a tener mucho más impacto en las personas que diez frases positivas”, especificó.