Un fuerte terremoto sacudió Calama en 2024, sorprendiendo a los científicos por su inusual profundidad y poder destructivo. A diferencia de los sismos profundos típicos, este superó los límites térmicos y desencadenó una intensa ruptura por “fuga térmica”.
Los investigadores señalan que el evento pone en duda teorías establecidas desde hace décadas y resalta la necesidad de mejorar la vigilancia y la preparación ante terremotos. Sus hallazgos podrían influir en la forma en que se predicen y enfrentan las amenazas sísmicas futuras en todo el mundo.
El país ha soportado terremotos violentos, incluido el más poderoso registrado en la historia: un evento de “megafalla” de magnitud 9,5 que golpeó el centro de Chile en 1960, provocando un tsunami y causando entre 1.000 y 6.000 muertes. Sin embargo, el sismo de Calama fue diferente a los terremotos de “megafalla” que normalmente están asociados con los eventos más destructivos en Chile y en el mundo.
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Los terremotos de “megafalla” ocurren a profundidades relativamente bajas. Pero, el sismo de Calama ocurrió mucho más profundo bajo tierra, a 125 kilómetros bajo la superficie terrestre y dentro de la propia placa tectónica. Los sismos a esta profundidad suelen producir sacudidas mucho más leves en la superficie. Pero en el caso de la capital del Loa, una secuencia de eventos descubierta por investigadores de la Universidad de Texas en Austin ayudó a amplificar su fuerza. En un estudio reciente publicado en Nature Communications, los investigadores describen una cadena de eventos recién descubierta que fue responsable de aumentar la intensidad del terremoto.
Además de ayudar a explicar las fuerzas tectónicas detrás del potente sismo, los hallazgos tienen implicaciones para futuras evaluaciones del riesgo sísmico. “Estos eventos chilenos están causando más sacudidas de las que normalmente se esperan en los terremotos de profundidad intermedia, y pueden ser bastante destructivos”, dijo el autor principal del estudio, Zhe Jia, profesor asistente de investigación en la Escuela de Geociencias Jackson de la Universidad de Texas. “Nuestro objetivo es aprender más sobre cómo ocurren estos terremotos, para que nuestra investigación pueda apoyar la respuesta ante emergencias y la planificación a largo plazo”, agregó.
Los terremotos de profundidad intermedia, como el de Calama, se pensaba durante mucho tiempo que ocurrían debido a la acumulación de presión a medida que la roca se seca, un fenómeno llamado “fragilización por deshidratación”. Este proceso ocurre cuando una placa tectónica en subducción se hunde hacia el interior caliente de la Tierra, y el aumento del calor y la presión expulsa el agua de los minerales dentro de la roca. Las rocas deshidratadas se debilitan y fracturan, lo que puede llevar a una ruptura y desencadenar un terremoto dentro de la placa.
Este proceso de deshidratación normalmente se detiene donde las temperaturas superan los 650 °C. Pero según los investigadores, el sismo de Calama fue tan potente porque superó ese límite, avanzando 50 kilómetros más profundo hacia zonas más calientes mediante un segundo mecanismo llamado “fuga térmica” (thermal runaway). Este fenómeno implica una fricción inmensa causada por el deslizamiento inicial, que genera una gran cantidad de calor en la punta de la ruptura, debilitando el material que la rodea y haciendo que la ruptura avance con más fuerza.
“Es la primera vez que vemos un terremoto de profundidad intermedia romper las suposiciones, propagándose desde una zona fría hacia una muy caliente y viajando a velocidades mucho más altas”, dijo Jia, quien forma parte del Instituto de Geofísica de la Universidad de Texas (UTIG), una unidad de investigación de la Escuela Jackson. “Eso indica que el mecanismo cambió de fragilización por deshidratación a fuga térmica.”
Para determinar cómo se deformó el terremoto y el alcance de la ruptura, el equipo de la Universidad de Texas colaboró con investigadores de Chile y Estados Unidos para integrar múltiples tipos de análisis. Esto incluyó analizar datos sísmicos de Chile que capturaron la propagación y velocidad de la ruptura, datos de geoposicionamiento del Sistema Global de Navegación por Satélite (GNSS) para medir cómo se deslizó la falla, y simulaciones computacionales para estimar la temperatura y composición en el punto donde se produjo el sismo.
“El hecho de que otro gran terremoto esté pendiente en Chile ha motivado la investigación sísmica y el despliegue de múltiples sismómetros y estaciones geodésicas para monitorear los terremotos y cómo se está deformando la corteza en la región”, dijo Thorsten Becker, coautor del estudio, profesor del Departamento de Ciencias Planetarias y de la Tierra de la Escuela Jackson y científico investigador principal en el UTIG.
Becker y Jia señalaron que aprender más sobre cómo ocurren los terremotos a diferentes profundidades podría ayudar a entender qué controla el tamaño y la naturaleza de futuros eventos, lo que permitiría predecir el grado de sacudida y mejorar la planificación de infraestructura, los sistemas de alerta temprana y las respuestas rápidas ante emergencias.
Nota traducida desde: https://www.sciencedaily.com/releases/2025/10/251002074005.htm