Eventos catastróficos, como megaterremotos y tsunamis, son capaces de alterar de gran forma los ecosistemas a escala local y regional, poniendo a prueba la capacidad de adaptación y resiliencia de sus habitantes.
“Hace 3800 años un megaterremoto de magnitud 9.5 generó un tsunami masivo a lo largo de la costa del norte de Chile. El impacto de este gran evento fue de tal envergadura que diezmó a los antepasados de los Changos.” tuiteaba José González-Alfaro, quien junto a Diego Salazar y otros investigadores e investigadoras publicaron, esta semana, su investigación en la revista científica Science Advances.
Este trabajo multidisciplinario fue desarrollado por instituciones de Chile, Reino Unido, Francia, España y Australia, y concluyó, a partir de datos tomados en terreno, que un megaterremoto ocurrido hace 3800 años, causó un tsunami de consecuencias devastadoras para la población que habitaba un segmento de alrededor de 1000 km a lo largo de la costa norte de Chile, entre Iquique y Caldera.
Los datos geológicos dan evidencia de la presencia de especies y sedimentos marinos en zonas que presentan elevaciones asociadas a un evento de gran magnitud. Además, a través del modelamiento de diferentes escenarios de tsunamis en el área, se llega a la conclusión de que el tren de olas pudo llegar a tener una altura entre 10 a 20 metros, similar a lo observado en el terremoto y tsunami del 27F en 2010.
Este evento causó una gran alteración en los comportamientos sociales de los y las habitantes de la zona, lo cual fue confirmado con observaciones antropológicas que muestran cómo los asentamientos cerca de la costa se redujeron en cantidad y tamaño. Más aún, a partir del análisis de la distribución de cementerios de la época, el estudio muestra cómo la población se desplazó, de forma consensuada, a lugares más altos (alrededor de 20 metros sobre el nivel del mar) para evitar la repetición de la catástrofe. Solo tras 1000 años después del evento, se comienzan a ver nuevamente indicios de asentamientos cerca de la línea de costa.
Esto último muestra cómo, ya en tiempos muy antiguos, nuestros antepasados sufrieron las consecuencias devastadoras de un terremoto y tsunami, y tomaron lecciones para que el desastre no se repitiera en el futuro. Estos hechos evidencian que la resiliencia de las comunidades ha estado presente desde muy atrás en el tiempo y sirven para poner la memoria social como un factor relevante para seguir construyendo resiliencia comunitaria en la actualidad.
Link a la investigacion (en inglés) → https://www.science.org/doi/10.1126/sciadv.abm2996