El sudeste asiático fue sacudido por un potente terremoto de magnitud 7.7 en la falla de Sagaing, en Myanmar. El epicentro del sismo se localizó cerca de la ciudad de Mandalay. Este evento, ocurrido a 10 km de profundidad, activó una serie de réplicas, incluyendo una de magnitud 6.4.
De acuerdo con el investigador principal de CIGIDEN y académico del Departamento de Ciencias Geológicas de la Universidad Católica del Norte (UCN), Dr. Gabriel González, se trata de una falla de rumbo con desplazamientos horizontales, lo que la convierte en una fuente de actividad sísmica recurrente en la región.
“La falla de Sagaing es una estructura tectónica mayor, asociada a la colisión entre la placa de India y la Euroasiática. Se mueve aproximadamente 3 cm por año, por lo que un terremoto de 7.7 representa una ruptura significativa”, explicó.
Los primeros reportes indican colapsos de edificios, puentes dañados y numerosas víctimas fatales. La intensidad del sismo alcanzó el nivel IX en la Escala de Mercalli, lo que significa un movimiento violento en la zona de ruptura. Otro factor de riesgo identificado por los expertos es la licuefacción del suelo, un fenómeno en el que los sedimentos saturados de agua pierden estabilidad, amplificando los daños estructurales. “Más de 10.000 km² podrían haber sido afectados por este proceso”, advirtió González.
Por su parte, el investigador CIGIDEN y académico del Departamento de Ingeniería Estructural y Geotécnica UC, Jorge Crempien, destacó otro aspecto clave de este terremoto: su carácter bilateral. “La ruptura se propagó en dos frentes, norte y sur, fracturando aproximadamente 200 km de la falla. Esto generó aceleraciones sísmicas extremas que pueden haber alcanzado hasta el 200% de la aceleración de la gravedad, aumentando el impacto sobre la infraestructura crítica”, señaló.
COLAPSOS Y DAÑOS ESTRUCTURALES
La investigadora CIGIDEN y también académica del Departamento de Ingeniería Estructural y Geotécnica UC, Rosita Jünemann, explicó que el daño en la infraestructura durante un sismo depende de múltiples factores, como la amenaza sísmica y las condiciones del terreno. En el caso del terremoto en Myanmar, su baja profundidad hizo que las ondas sísmicas conservaran mayor energía al llegar a la superficie, generando altas intensidades sísmicas.
“Los colapsos suelen ser consecuencia de múltiples factores, incluyendo la amenaza misma, las condiciones del sitio y la vulnerabilidad estructural”, señaló Rosita Jünemann. Además, explicó que en Chile los terremotos suelen ocurrir a mayor profundidad, lo que ayuda a atenuar la energía antes de alcanzar las edificaciones. También destacó la importancia de la normativa sismorresistente chilena, cuyo objetivo es prevenir el colapso en sismos extremos.
Comparando con Chile, destacó que la experiencia y la normativa han permitido desarrollar construcciones más seguras. “Chile, por su alta recurrencia sísmica, es un laboratorio natural que nos permite mejorar constantemente nuestras normas”, afirmó, agregando que “este evento nos deja una lección sobre la necesidad de reforzar la seguridad de elementos no estructurales para reducir riesgos en futuras emergencias”, concluyó.
Este evento confirma la alta actividad tectónica de la región y resalta la importancia de fortalecer las medidas de prevención y resiliencia ante futuros terremotos.