Este 6 de noviembre se cumplen 58 años de la muerte del teniente Hernán Merino Correa, en la zona de Laguna del Desierto, donde cayó abatido en defensa del territorio nacional ante la nación de Argentina.
Recordemos que Hernán Merino Correa nació en Antofagasta, el 17 de julio de 1936, hijo de Carlos Merino Charpentier, Capitán de Carabineros, y de Ana Correa de la Fuente. Responsable, disciplinado, amistoso, inteligente, solidario, amante y protector de su familia, desde siempre quiso servir al país y a la comunidad revestido del verde uniforme, no sólo por el ejemplo de su padre, sino que también por su gran vocación.
En 1957 egresó de la Escuela de Carabineros como Subteniente dando inicio a una destacada trayectoria. Luego de su paso por diferentes destinaciones, con apenas 27 años ya había protagonizado varios hechos que evidenciaron tempranamente su arrojo y valentía: socorrió a la población de Valdivia en el contexto del terremoto de 1960; también, salvó la vida de una madre y su hijo que cayeron al río Mininco, en la región del Biobío; y en Puerto Aysén rescató al único sobreviviente de un accidente aéreo, al que cargó sobre sus hombros durante ocho horas hasta conseguir ayuda médica.
Un ejemplo de ese cometido fue el patriotismo y la cercanía que cultivó con la comunidad: a cargo de la Tenencia Cochrane recorría el pueblo y sus alrededores a caballo para conversar con los pobladores y brindarles orientación.
También, colaboró para mejorar la atención de salud, ayudó a la habilitación de áreas verdes, promovió la construcción de caminos y trabajó para la ampliación de la pista de aterrizaje, entre otras loables acciones.
MUERTE
Justamente en el extremo sur del país, el 6 de noviembre de 1965, daría su última y más grande muestra de valor, patriotismo y determinación. En el marco de un tenso conflicto limítrofe, en el sector de Laguna del Desierto, al acudir en apoyo de su superior, el Mayor Miguel Torres Fernández, el Teniente Merino, con apenas 29 años, recibió un disparo que le provocó la muerte.
Tras dicho acontecimiento, el pueblo de Chile salió a las calles para rendirle un multitudinario homenaje y brindarle una última despedida. El Gobierno declaró duelo nacional por tres días; y el entonces Presidente de la República, Eduardo Frei Montalva, participó en la ceremonia fúnebre. Por su parte, el Congreso aprobó una ley que lo ascendió de manera póstuma al grado de general al fallecido oficial.
Desde entonces varios establecimientos educacionales del país, al igual que diferentes calles, espacios públicos e incluso conjuntos habitacionales llevan su nombre en homenaje a su valor y legado. Motivo de agradecimiento y orgullo para toda la institución, una figura que constituye un ejemplo a seguir y que es fuente de inspiración inagotable para el desarrollo de la misión desplegada por Carabineros y, más todavía, para quienes desempeñan labores en zonas limítrofes, en el marco del resguardo de las fronteras nacionales y en el cumplimiento del rol de integración nacional.
Tal como lo enfatiza el Manual de Doctrina y Código de Ética de Carabineros, “falleció el oficial de la institución, pero nació el único héroe chileno del Siglo XX. Un hombre que rindió su vida en defensa de la soberanía nacional y que es un ejemplo de entrega, valentía, honor, vocación y amor a su país”.