La Cooperativa de Viñateros de Altura Lickanantay representa la unión de agricultores y vitivinicultores de la localidad de Toconao que se agruparon el año 2009, con el objetivo de cultivar uvas de calidad en uno de los desiertos más áridos del mundo.
“Nosotros nos conformamos oficialmente en 2017, pero este esfuerzo es un trabajo conjunto que venimos realizando junto a Atacama Tierra Fértil desde 2009, cuando se realizó una convocatoria a todas las personas que quisieran conocer más sobre los procesos del vino”, explicó Wilfredo Cruz, gerente de la Cooperativa Viñateros de Altura Lickanantay.
Atacama Tierra Fértil es un programa que está inserto en el territorio del Salar de Atacama desde hace 10 años, promoviendo actividades agro-productivas con el fin de desarrollar planes de fomento sostenibles, innovadores y rentables. La iniciativa, impulsada por SQM, trabaja de la mano de los vitivinicultores facilitando apoyo técnico e insumos para los procesos productivos.
“Para los cooperados esto ha significado un beneficio. Un ejemplo de ello es el crecimiento productivo de algunos usuarios que en años anteriores producían alrededor de 80 kilos de uva y actualmente llegan a los 2.500 kilos. Además, tenemos apoyo de materiales e insumos anuales como agroquímicos, fertilizantes, azufre, planta de reposición, mantención del sistema de viñedo y de riego”, agregó Cruz.
Por su parte, el Vicepresidente de Medio Ambiente y Comunidad de SQM Salar, Alejandro Bucher, destacó que “con Atacama Tierra Fértil queremos fomentar el desarrollo de negocios sostenibles y sustentables dentro de las comunidades del Salar. La conformación de esta cooperativa es un claro ejemplo del trabajo y la asociatividad de quienes han logrado crecimientos excepcionales de sus productos. Estamos muy contentos de poder seguir apoyando este proyecto que tiene como resultados vinos únicos y con un sello identitario del Salar de Atacama”.
Vinos y pandemia
En la localidad de Toconao, las viñas de los distintos vitivinicultores de la zona cultivan y procesan varias cepas de uvas en condiciones climáticas poco convencionales y con temperaturas extremas.
Sergio Jara, enólogo del proyecto Ayllu, indicó que “acá producimos 11 variedades de vinos diferentes y estamos tratando de resaltar particularidades del territorio, experimentando con distintas materias primas locales. Para mí, ha sido muy reconfortante ver que se está haciendo vino como lo hacían las antiguas cooperativas de Chile, es decir, una serie de productores locales con sus familias y vecinos alineados para producir uvas de excelente calidad”.
Los principales clientes de los cooperados, hasta antes de la pandemia mundial producto del COVID-19, eran los turistas. Con ello, los vitivinicultores se han tenido que reinventar para lograr subir sus ventas durante ese complejo escenario. “Con la pandemia nuestro mercado potencial disminuyó bastante, por lo que empezamos a fomentar más el comercio local, dando inicio a un trabajo con la distribuidora El Bidón, que nos ayuda con la venta a regiones, ya que a nosotros por la lejanía que caracteriza al territorio, nos cuesta más llegar”, indicó el enólogo.
Al respecto, Wilfredo Cruz, agregó que “nos hemos visto afectados este último tiempo, ya que dependemos del turismo. Hoy, con este convenio de distribución, permitimos a pequeños agricultores vender sus productos, ya que no sólo hacemos vinos, sino que también comercializamos con otros toconares que venden productos locales”. “Nos esperan meses muy buenos. Ha sido un año frío, por lo que esperamos tener una buena cantidad y calidad de fruta. Vamos por una nueva etapa en que se vienen nuevos vinos, tenemos mucho que hacer de aquí a fin de año”, finalizó el gerente de la Cooperativa de Viñateros de Altura Lickanantay.